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martes, enero 19, 2010

Gabriel Fuster: TE DEUM



Gabriel Fuster
TE DEUM

Si Dios existe, debe tratarse de una infusión de plantas exóticas.

El hombre realmente está loco. No puede crear un buen té, pero puede crear dioses por docenas. Yo creo en un Dios personal, muy parecido a mí, solo que con mejor dentadura y gustoso de saludar con un fuerte apretón de mano. Mi Dios es obediente y me asiste cuando lo llamo. No obstante las muchas veces, resulta incomodo oírle decir “tock, tock” cuando me toma perplejo, antes de entrar a mi recámara, y “beep, beep” cuando me hallo estorbando su camino. Mi Dios carece de indecisiones y te guiña el ojo para hacerte sentir confiado de lo que hace. No obstante, una revisión a la increíble redundancia del diluvio, te hacer pensar esto dos veces. Yo imagino que Él también reza cuando se halla en problemas, lo que resulta en una complicación teológica para su misma iglesia. Mi Dios puede crear una roca tan enorme que ni siquiera él es capaz de levantarla, simplemente porque no se le pega comprobar nada a los mirones y le alza los hombros al desencanto general, posición que la roca comparte por su cuenta. Mi Dios es solo dios, nada más. En la escuela aprendí que Edison inventó la luz. En el catecismo se me enseña que Dios frunció el ceño y exclamó: Hágase la luz. Yo lo consuelo, diciéndole que el primero le robó la idea. Algunos feligreses se cuestionan si, realmente ¿Dios es invisible o se trata de un truco? Yo digo que, en realidad se trata de una persona difícil de ver, del mismo modo que es difícil encontrar una rosa naranja, una mariposa con el diseño de una svastika o la estatua de un santo con una erección. Mi Dios gusta de disfrazarse, escondido detrás de los mandamientos secos, para seguir las deliberaciones de las materias doctrinales a partir de la gracia operante de los concilios ecuménicos. Debido al gran cisma de Oriente y Occidente, la luna puede girar con ponerle un dedo, pero el niño le pregunta al padre:

-Papi, ¿Dios es hombre o es mujer?

-Ambos. Dios es ambos, aunque no lo podamos entender.

-Papi, ¿Dios es blanco o es negro?

-Ambos. Dios es ambos, aunque no lo podamos entender.

-Papi, ¿Dios nos ama mucho?

-Dios ama al mundo, especialmente a todos los niños como tú

-Ya sé, papá, Dios es Michael Jackson

Mi Dios es Carlos Slim, redimido para lo humano. Nada de ansias ni plagas, puesto que lo tiene todo. Curiosamente, cuando pasa fatigoso, yo lo sorprendo reclamando su cajón de estacionamiento al Dios Hijo, pero esto constituye una blasfemia similar a cuando insulta un rey a otro rey: “mañana –dice- hablaré fuertemente con el ostiario, lleva contigo la cruz”. Aquí, la fe sigue siendo una cosa extraña para quienes la profesamos. Yo creo en el bien y el mal y, para ser más preciso, creo en el bien que puede ser tomado a mal y el mal que le resulta todo bien, lo que estoy insinuando que el bien puede no obtener recompensa, la que hay que buscar en su altura inescrutable, y el mal no merecer castigo, lo que prueba nuestra torpeza genética para las matemáticas. Hay tipos que llevan años haciendo divisiones con el diablo y ni en cuenta, por lo que tú debes ser una estadística suya y descuidadamente poner el cubo de la basura dentro del refrigerador. Ahora, visto el lado positivo, tu basura se conserva más tiempo.

-¿Cuánto dura la eternidad? –pregunto a mi Dios.

-En mi marco de referencia, apenas nada. ¿Me sigues
visualmente mi explicación?
-Te escucho

-Me voy a mover un poco más cerca. A ver, ¿Cuántos dedos te muestro?

-Ese es un gesto obsceno

-En mi marco de referencia, apenas nada.

Como se indica en las escrituras, o en las pólizas de seguros, se está más tiempo muerto que vivo. Quizás la vida no es tan corta como lo parece, sino que todo lo demás es un poco duradero en comparación: las montañas y ríos, las estrellas y planetas, el PRI. Aquella gente que envía extinguidores de fuego a los funerales en lugar de los tributos florales, es un asunto distinto. Además, siendo la reencarnación otro tema de debate, me conformo con vivir los 900 años de los fulanos de la biblia. Una prueba disyuntiva lo sería reencarnar en mirón de los oficios episcopales, solo para cerciorarme que las puertas del cielo se abren en automático, pero igual dicen los budistas: “Mientras más regresos del ciclo kármico, mas permaneces el mismo pendejo”. Lo que si es que no desearía reencarnar como Jorge Volpi porque lo odio. Es un excremento y lo peor, Dios olvidó mandarlo a la cola. En conclusión, la vida es un rompecabezas, donde al final siempre quedan piezas perdidas. Aun así, estamos obligados a aprender de nuestros errores, siendo que no hay necesidad de iniciar un juicio civil al respecto. Queda la regla de oro, no hagas a los demás lo que no quieras para ti, especialmente durante una orgía. Por otro lado, no sé cómo amar a mi prójimo, especialmente si siguen levantando estorbos para impedir el libre estacionamiento en la calle. La revisión de la tía Irma al concepto cristiano del prójimo, indica “no tienes que empezar necesariamente con tus vecinos”, empero me parece la libre sabiduría de los ejércitos cosacos uniéndose a Napoleón. Nosotros debemos ser generosos, excepto tratándose de los matrimonios en sociedad conyugal. Allí, ni todo el dinero ni todo el amor. Amén.
Al empezar mi escrito, se trataba de mi alma que empezaba a tener dudas sobre si la reducción era la religión ideal para mí, suponiendo que es mayor ingenuidad que esperanza figurarse que los dos hermanos que se disputan la tierra santa, se pusieran de acuerdo y admitieran que no tienen la más mínima idea de lo que los detiene en ese lugar, a menos que se trate de ser literal en cuanto a la doctrina. En ese caso, el siguiente paso es llevarme a la cima del monte y degollarme como oblación. Puesto que algunos libros son Números, Dios es un algoritmo en el proceso de decisión. Nuevamente, la madre tiene un caramelo para comerlo o dárselo a sus hijos, en una situación en que el dulce no puede dividirse y ambos hijos lo reclaman para sí. En el caso de renunciar a una actitud egoísta, Ella ha de decidir a quién regalarlo y podría ser que se halle indiferente en dárselo al niño o la niña, pero prefiere que el mecanismo por el cual se lo lleve uno de ellos, sea echarlo a suertes, aunque la suerte es igualmente arbitraria que si tuviera que dejarlo en una disputa. Nomás por fastidiar al determinismo, la madre desea arrojar lejos el caramelo, pretendiendo no ser para nadie. Caramba, en el anuncio de un cigarrillo se hacen tan pocas pruebas, que no es cuestión de arrepentimiento el modo para obtener las nubes en el cielo. Yo me inclino ante el confesionario.

-Padre, me confieso de haber estudiado el Libro de Urantia con más fervor
que la Biblia.
-Dios perdona
-Padre, me confieso de no creer que el libre albedrio, no más que la tecla de un
piano y puedo probarlo con cualquiera de los modelos aplicados en la teoría
del juego. ¿Recuerda a Jonás, caído en desprestigio por una broma cruel?
Caray, magnífico Midrash en la forma tradicional del “qué tal si”.
-Dios perdona, hijo. La razón por la que no encuentras compasión, en el peor
caso de indigestión en una ballena, es porque no tienes sentido del humor.
Dios pudo usar un submarino, de pretender ser vulgar.
-Padre, me confieso de discrepar en la hora del sermón, los puntos básicos
sobre una puerta celestial que se abre en dos hojas. La mitad histórica, de
goznes chirriantes tanto para sus fervientes admiradores como para quienes
la temen. Y la otra mitad imaginación, hallazgo, sorpresa, con rincones tan desocupados como las aljamas de mis ancestros sefardíes. Ay, desde que la
estirpe catalana me aseguró esto, yo me preocupe mucho. A mí no me
preguntaron sobre esta conversión, ¿Qué iba ser de mí? La única salida era portarme mal.

-Vamos, ignora este mueble confesionario. En realidad, es una cabina
telefónica y yo me encuentro aquí porque engaño a los pecadores haciéndoles creer que hago una llamada al 066. Dios perdona
-Padre, me confieso de plagiar poemas desechados.
-Anatema
Hombre que sabe latín, el sacerdote anuncia que la penitencia será tres Padre Nuestro y cinco avemarías. Mi Dios se levanta y da tres pasos hacia atrás, tambaleándose, y viene a dar de lleno contra el templo. Simplemente se golpea en forma brutal contra el altar mayor y cae al suelo sin meter las manos, fragmentándose como si hubiera caído la pura ropa. La misericordia veló sus pupilas, pero con demasiada premura para encarar a su benefactor. Tú también lo hiciste a tu imagen y semejanza y ahora está muerto. ¡Oh…my…God!

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