Encuentra a tus autores aquí

lunes, enero 25, 2010

Jaime G. Velázquez: Sobre Octavio Paz e hija




Se acabó Octavio Paz
Jaime G. Velázquez

Muy activo para algunos asuntos, como la promoción incansable de su figura, su apoyo a Luis Echeverría en los años setenta, su alianza con el PAN en los años ochenta, y su rompimiento con Carlos Fuentes, su pupilo, Octavio Paz decidió no intervenir en casos que alteraran sus planes, como ocurrió con sus decisiones familiares u otras, como el cambio de la asociación civil que auspiciaba la revista político-literaria Vuelta. Al cambiar a sociedad anónima, los escritores amigos de Paz perdieron importancia en las decisiones y en la liquidación de la misma, tras la muerte del poeta empresario. Este movimiento favoreció al promotor del cambio, Enrique Krauze, quien obtuvo alrededor del treinta por ciento de dicha sociedad, a la que había agregado a un ejecutivo de un banco de Estados Unidos, con la aquiescencia de su patrón.
Ante el artículo de Columba Vértiz publicado en Proceso y la carta de Lilian Vérine Péters, dada a conocer en el mismo semanario (y que aquí reproducimos), nos enteramos de la situación en que vive la “hija de dos pilares de la cultura mexicana”, Helena Paz Garro. Propongo que los escritores de México apoyemos la apertura de una cuenta bancaria que ayude a la manutención de Helena Paz, de setenta años de edad, y que hagamos un boicot contra las obras de su padre: que nadie lea ni recomiende los libros de este personaje, que fue abogado y diplomático, por su conducta moralmente reprobable al no prever el futuro que viviría su hija, al quedarse sin padres, sin marido y sin hijos, y sin, al parecer, parientes que se hicieran cargo de ella. Sostengo que la mayoría de edad de los hijos no opera como un divorcio del padre o de la madre hacia ellos, sobre todo en ciertos casos, como pueden ser la invalidez para el trabajo y la soltería.
Respecto a las regalías por las ventas de los libros de Elena Garro, debemos hacer un llamado a la SOGEM para que ayuden a Helena Paz en la administración de su legado y de la promoción y venta de la primera parte de su propio libro de memorias, ya que no puede hacerlo ella misma. Y, como dice Vérine Péters, debemos vigilar e impedir que “algún vival meta mano”. He aquí la misiva mencionada.

Revista PROCESO
Una carta de Lilian Vérine Péters

Sobre Helena Paz Garro
Señor Director:

Acabo de leer en la revista Proceso que me llegó la semana antepasada el artículo de Columba Vértiz de la Fuente sobre la terrible situación que vive Helena Paz Garro. Abandonada de todos, explotada y deprimida, sola en una casa de viejitos que no es medicalizada. Siendo hija de dos pilares de la cultura mexicana, debería tener protección de nuestro gobierno, al menos una beca como las que se dan a muchos vividores que no hacen nada.
Me pregunto, ¿quién cobra los derechos de autor de Octavio Paz y Elena Garro? ¿Qué se hizo con el dinero del Premio Nobel…? Creo que eso le pertenece por derecho a la hija primero.
En su artículo, Columba dice que Helenita sólo recibe los intereses de una cuenta de Inbursa en cetes, de 3 millones, eso da la cuenta de mil 200 pesos, más o menos, al mes; ella no puede vivir con eso, tampoco sus gatos y perros.
Yo tengo también 27 gatos y 11 perros, y 72 años, antes tenía albergue animal y me ayudó la señorita María Helena Hoyos, consiguió que me dieran precio especial para los alimentos, pero eso acabó cuando ella dejó la dirección del Zoológico, todavía se lo agradezco…
A mí, si me quitan mis animales, entró en depresión. Mi marido y yo los queremos muchísimo, y es lo que le sucede a Helenita, ella piensa que ellos están abandonados, sin comida ni arena para sus necesidades; a sus perros que sufren sin ella, y eso la tiene muy mal, lo sé porque es lo mismo que me sucedería a mí. Hay que felicitar a las personas que cuidan animales y no tienen niños, ya somos demasiados en este planeta Tierra y somos la causa de las catástrofes actuales, y futuras. Si además de eso la golpean y la maltratan, es terrible.
Hay que preguntar a la viuda de Octavio Paz, mi paisana francesa, cómo tratamos a los animales en nuestro país. Son adorados y muy bien tratados, mejor que Helenita…
Yo no soy rica, trabajé 22 años en la Alianza Francesa y en el Servicio Cultural de la Embajada Francesa IFAL, pero a la hora del retiro, no habían liquidado gran parte del Seguro Social y la cantidad que me dieron es de risa, por eso sigo dando clases a domicilio, y con los 4 mil pesos del IMSS, y lo que me da mi esposo, la hago.
Ya sabemos que nosotros, los franceses somos bastante codos, eso fue el caso y no hay milagros, la señorita Helenita necesita al menos 50 mil pesos al mes para sobrevivir en su propia casa con sus animales, y por lo menos dos personas que la ayuden y la cuiden, a ella y a sus entenados de cuatro patas.
Por otra parte, ella debería tener una pensión del servicio exterior porque trabajó en la embajada mexicana en París durante años.
Estoy muy apenada por ella y quisiera que se hiciera algo, aunque ella tiene derechos sobre la herencia de sus padres, pero no se puede defender sola. Propongo que algún abogado eficiente tome su caso y logre protección y ayuda económica para ella y defienda sus derechos, sin permitir que algún vival meta mano.
Agradezco su atención y espero que pueda dar un espacio para su publicación, a ver si otras personas reaccionan ante esta injusticia y me hablan, para juntarnos y actuar.

Prof. Lilian Vérine Péters
Ale Rosal 53
Tetelpan, México, D.F.
C.P. 01700
Tel. 5585 2019
Ignacio García
UNA RE-FLEXIÓN

Me cuesta trabajo digerir el asunto de Helena Paz Garro por lo siguiente:

1. Como es ya la moda, el asunto mediático del caso Helena, toma relevancia sólo porque ella es hija del famoso poeta, Premio Nobel de Literatura; no nos damos cuenta que así como ella existen cientos de personas, incluidas artistas, en la misma o peor condición, pero sin la ventaja de arrastrar fama alguna detrás de ellas.
2. El pretexto de que la fortuna dejada por Paz le pertenecería a Helena, pues el poeta jamás se divorció de Elena Garro (la madre) , más bien parece el síndrome de la espera existencial basada en la apuesta con los años: “un día de estos heredo, y me rallo”. Muy a pesar del problema de salud que tiene del habla, la entrevista, que aquí se recomienda, refiere que Helena no estuvo del todo sola ni careció de oportunidades de forjarse un camino propio mediante el trabajo esforzado; tuvo buenos contactos tanto en USA como en Europa; unos que ya uno quisiera tener para que le dieran un poco de chamba extra.
3. Que a los 70 y tantos, no se tenga un proyecto de vida para pasar los últimos años, parece más defecto que virtud (sobre todo si se habla de apostar a la fortuna). Porque ni Paz es el primero que no piensa en dejar lo suyo a sus familiares, ni Helena será la penúltima que se queda como el chino. Sólo recordemos a tanto hombre que hoy, ya retirado, inició sin “nada” su vida, se aplicó en lo suyo y hoy cosecha lo que sembró.
4. La fotografía de Helena, sentada en una silla (parece de ruedas) y rodeada de gatos, parece destinada a la compasión del público: “Miren cómo me encuentro por culpa de mi padre”. Una imagen haitiana en estos instantes anularía de un dedazo esa intención mediática para llamar la atención de lo que en vida productiva no se hizo. Y miren que los pobres haitianos no tienen a quien echarle la culpa de su desgracia.
5. Si de crear un fondo para Helena, cuyo padre, quien fuera abogado, escritor, embajador y todo lo demás, no le dejó nada; llevaría a otra campaña para crear otras fundaciones; ya no para hijas de famosos, sino para otros que por un accidente, enfermedad incurable, despojo, fraude, injusticia, están en condiciones peores a las de Helena… Aquí, por ejemplo, no oí a nadie que quisiera por lo menos rentarle un cuarto a Norico para que éste pasara una noche de sueño tranquilo. Claro, Norico sólo era conocido por el NOTIVER y las grandiosas caricaturas de Guechy.
6. Finalmente. La lacrimógena carta de Lilian Vérine a PROCESO, sobre la actual condición de quien, repito, parece se puso a esperar las ganancias del Premio Nobel sin más allá que hacer eso: "esperar", parece absurda. Su sugerencia de que “Helenita necesita por lo menos 50 mil pesos al mes", suena a chiste de Woody Allen. Esa cantidad es la que se lleva al año (si no es que menos dinero y más tiempo) cualquiera de nuestros promotores en el IVEC y otras casas de cultura; es lo que un maestro de primaria necesita para medio vivir (casi 3000 pesos mensuales x 12). Es, repito, una verdadera jalada…El pretexto es peor: “es que tiene muchos gatos” –y miren que yo amo a los felinos tanto como Cortázar o Borges. Pedir para que Helenita pueda vestirse “totalmente Palacio” y bolsas de 10 kilos de CAT CHOW para sus decenas de gatos, es una fregadera. Que le pregunten aquí a nuestros artistas cómo le hacen para vivir con a veces menos de esos 1,300 pesos mensuales que Helenita recibe de intereses por una cuenta bancaria. Y los nuestros viven, y lo hacen alegremente (basta dividir 1300 entre 20 que es lo que cuesta una Caguama)
7. Si Octavio Paz no se comportó a la altura moral que se exige de un poeta de su talla, repito, no es el primero ni el último (vuelvo a recomendar LOS INTELECTUALES de Paul Johnson). No juzgo si lo que Paz hizo está bien o mal –no puedo adivinar (salvo intuir acerca del affair Bioy Casares con Elena Garro) qué llevó al poeta a pensar la forma en que la persona que fuera, iba a gastar su dinero. Paz no es el único, ya lo dije. Recordemos de los berrinches de la familia de Paul Getty, cuya fortuna fue a dar a manos de un museo y no a la de toda una tribu ansiosa de que ya muriera, y desordenada áún sin el dinero en las manos. Para acabar. La justicia le otorgó el derecho a Paz de realizar LEGALMENTE lo que más le convenía con su fortuna. Que la perspectiva ética entre ahora en función para tratar de anular lo grandioso de su obra poética y ensayística, es ya asunto de los grandes maestros griegos.
NOTA: Al lector podría interesarle asimismo:


1 comentario:

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo con el señor García en que no tenemos que mantener a Helena Paz Garro y a sus gatos; totalmente de acuerdo con la síntesis de la historia de vida pública de Octavio Paz que el señor Velázquez expone en el primer párrafo de su texto; y totalmente de acuerdo con quienes opinan que Paz era un (aquí la censura de su blog impidió que se publicara lo que ahora sus lectores deberán interpretar) que utilizó el affair entre Bioy y Garro para desentenderse de su hija. Y si bien es cierto que esto no afecta la calidad de sus ensayos ni lo sublime de su poesía, también lo es que esto último no lo exime de ser un desobligado padre, ni siquiera porque haya (según cuenta Johnson) muchos intelectuales hijos de puta (con muchos fines y nulos principios)como él.
Saludos.
Carlos