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martes, febrero 01, 2011

Alicia Dorantes: Ayer, hoy y mañana

Ayer, hoy y mañana…
Por Alicia Dorantes

Ayer…cuando PIEL CANELA, canción juvenil, alegre y pegajosa, compuesta e interpretada por de Natalia Lafourcade, invadió el ambiente y capturó los corazones de la juventud de ayer, debo haber estado cursando la secundaria o quizá la prepa. Recuerdo cuánto disfrutábamos ir en los recesos, a la Nevería “Blanca Nieves” hoy ya desaparecida y por un peso… ¡Sí!... por un peso de aquel entonces, teníamos derecho a dos medias noches y a una Coca-cola pequeña, aun en su envase de vidrio… Cierro los ojos y veo a esos chicos y chicas de antaño amontonados alrededor de las seis únicas mesas de la nevería, cantando y coreando:

Que se quede el infinito sin estrellas
y que pierda el ancho mar su inmensidad
pero el negro de tus ojos que no muera
y el aroma de tu piel, se quede igual.

La juventud alegre, siempre alegre… Sólo que entonces disfrutábamos una alegría sana. Una alegría en dónde no había cabida para el consumo de drogas, ni estupefacientes. Miento: si había quien la consumiera, de ellos decían… ¡Mira, son guachos!... y guacho era gente de baja estirpe, como un soldado, pervertido. Ahora recuerdo que un grupo de ellos, apuñalearon a un amiguito de la primaria; un pequeño de tan sólo siete u ocho años. Su delito: curiosear detrás de unas matas donde cuatro o cinco guachos, fumaban mariguana. La noticia enlutó a Xalapa….
De los jóvenes estudiantes nadie portaba armas, ni blancas, siquiera. Sus únicas armas eran los corazones limpios, las manos extendidas y las amistades sinceras y duraderas. En lo personal, fui y soy afortunada por conservar a muchas de esas amigas y amigos.
Actualmente si nos es posible, “los supervivientes”, “los dinosaurios”, nos reunimos año con, desde hace más de cincuenta. Entonces nos dedicamos a recordar historias y anécdotas y reímos y lloramos hasta el agotamiento. ¡Ssshhh! escuchen esa melodía, nos es tan familiar a todos: 

Que se quede el infinito sin estrellas
aunque pierde el arco iris su belleza
y las flores su perfume y su color
no sería tan inmensa mi tristeza
como aquella de quedarme sin tu amor.
En nuestro yo interno, nos vemos como antaño: alegres, radiantes, impacientes… Nosotras de finas siluetas, talles espigados. Las delgadas cinturas soportaban crinolina tras crinolina; faldas llegaban al tobillo; los zapatos de piso y el clásico peinado de cola de caballo, completaban nuestro atuendo. Ellos… ¡Hum!… eran o nos parecían tan guapos y gallardos. Su sola presencia arrancaba más de un recóndito suspiro. Eran corteses, educados… conquistadores. Olían a limpio o a la loción de “papá”… Había gañancillos, claro, pero se marginaban solos. Cuando una de esas reuniones se escuchó la canción, en alegre camaradería  nos unimos a él. Los ahora pesados cuerpos, cobran de momento la agilidad del ayer: los pies, se mueven con el ritmo alegre de la música; a los pies y a su desenfrenada alegría, se unen los latidos del corazón:

Me importas tú y tú y tú / y solamente tú y tú y tú  /me importas tú y tú y tú… y solamente tú  / Ojos negros piel canela  / Que me llegan a desesperar…

¿Será que en un futuro próximo el infinito se quede sin estrellas? No porque olvidemos la canción, no, si no porque releguemos sentimientos como la amistad, el amor, la tolerancia, el deseo de vivir en paz. Sé, aunque las estrellas no lo digan, que prefieren apagarse y el mismo mar, desecarse, antes de contemplar la intolerancia, la crueldad, el odio que asfixia hoy con hoy, a nuestro bello planeta: la Tierra. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí me pasa lo mismo, Alicia, pero con canciones de Timbiriche o Flans. Mi pregunta es: ¿A dónde saldrán mis hijos cuando lleguen a su edad adolescente con tanta inseguridad por las noches?.
Estoy de acuerdo: Que en un futuro, el infinito no se quede sin estrellas...
Saludos.
Lourdes Franyuti.