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miércoles, junio 06, 2007

Alicia Dorantes: Tuxpango: en busca del ayer perdido



Tuxpango:
en busca del ayer dormido

Las ofrendas que se entregan a la Madre Tierra, llevan consigo frutos de las siembras naturales del Valle de Tuxpango: la caña, maíz, chayote, café, naranja, semillas diversas, incienso, azares, hierbas de olor y complementan con platillos típicos

Juan H. Santos

Quiero pensar que fue por ahí de la mitad del siglo anterior, cuando mis padres me llevaron a ese prodigioso sitio. Tanto tiempo ha transcurrido, que llegué a pesar que sólo había sido el producto de la imaginación infantil. Un sueño. Un hermoso sueño que nos permitió descender una escarpada montaña a bordo de un malacate. Recuerdo que mi madre, aun cuando quería infundirme un valor que no necesitaba porque a los ocho o diez años, sin conciencia plena del peligro, se es capaz de cometer un sin fin de pequeñas osadías, sin imaginarse o importar su resultado. Así es que, mientras mi madre invocaba a la corte celestial en pleno, para que nos protegiera durante el descenso, el paisaje me impactaba tanto, que medio siglo después anhelaba volver a visitarlo ¿Había sido un sueño? ¿Lo viví en realidad?

En varias ocasiones he tenido la oportunidad de visitar la hermosa zona en donde se ubican Fortín de las Flores, Coscomatepec, Córdoba, Orizaba, Ciudad Mendoza, Río Blanco, etc., algunas veces por trabajo, pero la gran mayoría de ellas por el mero placer de disfrutar su abrupta belleza física, sus románticos sitios arbolados, sus exóticas y perfumadas flores. Saboreo recorrer calles tranquilas, flanqueadas por viejas casonas que hablan del poderío económico que tuvieron esos poblados y que en no pocas ocasiones, están mejor conservadas que las de nuestro centro histórico. Me interesa conocer su historia, pero sobre todo, conocer y tratar a su gente, que es lo más valioso de cada ciudad, de cada rincón de nuestro viejo y averiado mundo.

Ahora el motivo de nuestra visita fue totalmente diferente. Sí. En esta ocasión invitados por Mario Islasaínz, asistimos al primer Encuentro Internacional de Escritores, celebrado en Orizaba, los días 24, 25 y 26 de mayo, en el que participaron al menos ochenta escritores de prestigio nacional e internacional. Desafortunadamente sólo pude estar presente el sábado, último día de trabajo. Digo desafortunadamente porque perdí la oportunidad de escuchar excelentes trabajos en voz de sus autores. En dicho encuentro se mezclaron, sin importar la edad de los participantes, el ímpetu de la juventud y la experiencia de quienes han dedicado su vida al apasionante mundo de las letras. ¿Que cómo me fue en mi lectura? Bueno, aprendí una gran lección: se debe escribir con el corazón, pero leer con el cerebro...

Ese domingo Orizaba despertó radiante. Muy de mañana, cuando aún las nubes se acurrucaban en las faldas de los cerros aledaños y mostrándose indecisas de tomar su elevado sitio en la azul bóveda celeste, miraban de reojo a la adormilada ciudad, recorrimos el ya conocido centro: el mercado, el famoso y siempre bello Palacio Municipal, algunas de sus iglesias, de esas viejas casonas, de sus muchos parques. Después del desayuno, en compañía de tres magníficos amigos, nos dimos a la tarea de buscar aquel sitio tantas veces recordado, imaginado, idealizado...
Tuxpango existe y está más cerca de lo que imaginé; pertenece al municipio de Ixtaczoquitlán, que en voz náhuatl significa “lodazal”. A través de una carretera angosta, sinuosa, nos fuimos internando en la Barranca de Metlac. Los cerros que limitan el área, son: el Escámela, en náhuatl: “tierra de hormigas”, el Chicahuaxtla, el Buena Vista y el Cuautlapan.

Curva con curva descendíamos. Los paisajes que aparecían frente nosotros eran increíbles. El verde dosel de lo que los botánicos llaman la selva mediana superennnifolia, nos protegían de los rayos del sol, mientras parecía jugar con ellos a las escondidillas, dibujando sombras fantasiosas e irregulares. Y a esa selva la llaman “mediana” porque sus árboles alcanzan una altura máxima de 25 a 30 metros y subperennifolia: porque entre el 25 y el 50% de ellos pierden su follaje al final del otoño y principios del invierno.

Se dice que en estas selvas vive una fauna compuesta por conejos, tlacuaches, armadillos, ardillas, aves y reptiles, sobre todo los llamativos y peligrosos coralillos. No vimos en nuestro camino a ninguno de estos personajes, pero vinieron a nuestro encuentro incontables mariposillas: blancas, amarillas, naranja… hasta un par de espléndidas mariposas con alas color azul turquesa, de las que ya sólo pueden verse en fotografía... o tristemente disecadas. Entre el tupido follaje escuchamos melodiosos trinos; y pudimos admirar el vuelo zigzagueante de pequeñas libélulas de esbelto cuerpecillo azul y alas de cristal.

La belleza física del paisaje la incrementan el descenso de una red de arroyos que bajan de la montaña y vierten sus aguas en el ayer caudaloso y espléndido río Blanco, que por si solo bautizó a una ciudad. Entre los arroyos están: Campo Chico, La Cotorra, Capoluca, Tuxpanguillo, Zonzo, Tendido, Escamela y el Cuautlapan. El río Blanco y algunos afluentes, formaban la Cascada de Tuxpango...

El río Blanco, el río Blanco… El río Blanco es un espectro. Las enormes piedras y los cantos rodados que ayer formaron su lecho, hoy están perplejos: no saben por qué sobre su superficie no corre más el agua limpia ni entonan sus cantos de vida las grandes corrientes. No saben por qué en el río ya no viven peces... no logran explicarse por qué junto a ellas construyeron una pared para desviar la poca agua que quedaba y que hoy, al deslizarse se cubre de una espuma verde-amarillenta de olor desagradable. En no pocas ocasiones, nauseabundo. Buscando aquí y buscando allá, me encontré un optimista artículo, escrito en el año 2004 por el C. P. Jesús Castro Ahumada. Cito textualmente algunas de sus líneas:
“Gracias a la inversión de diez millones de dólares para reactivar la planta hidroeléctrica de Tuxpango, la próxima semana se iniciarán los trabajos de limpieza, para que en unos meses la planta vuelva a generar cientos de kilovatios.

Esta es una buena oportunidad para hacer una evaluación y análisis de contaminantes de la presa, es un buen momento de limpiarla totalmente en beneficio de los municipios de aguas abajo que reciban las aguas de otra época Río Blanco, y que, en menor o mayor grado afectan a poblaciones de Córdoba, Fortín, Tierra Blanca, Tlalixcoyan y al Sistema Lagunar de Alvarado, por lo que demandamos que se haga un estudio de los sedimentos de la presa, para valorar y liberar de una vez por todas un deposito de contaminantes que afecta la salud, las plantas, la ganadería y la pesca.

Por lo que solicitamos a la Secretaría de Desarrollo Regional, a la Coordinación Estatal de Medio Ambiente, la SEMARNAT, la Comisión Nacional de Agua, tomen cartas en el asunto y de una vez empiecen la limpieza del Río Blanco. Ya se dio el primer paso con la reactivación de la planta de tratamiento más grande de México sobre el Río Blanco, demos este segundo paso para que en una cadena descontaminadora de toda la ribera en beneficio del Río Blanco.
Decimos esto porque aún falta la operación de varias plantas de tratamiento municipales, así como a los ingenios instalados en sus márgenes, que vierten a los arroyos y caños que finalmente van al Río Blanco. Recuerden que en veinticinco años han desaparecido del Río, las iguanas, algunas especies de víboras, lagartos, loros, el pez bobo, algunas especies de plantas... La cita continúa.

Ascendimos al mirador... Ahí, en su cima, carcomido por el óxido y el olvido, están los rieles del malacate. De aquel malacate que tanto temor despertó en mi madre. De aquel malacate de mi infancia cuyo recuerdo me hizo volver y buscar y darme cuenta que efectivamente un día existió, pero que como todas las cosas de la vida tienen o tuvieron un principio y tienen o tendrán, un final.

Cuando le pedí a mi cámara que guardara para mis hijos y mis nietos las imágenes de un río agonizante, maloliente; cuando le pedí tomar las de ese cause seco, pareció extrañada. A través de nuestra grata convivencia, ella ha aprendido a guardar sólo imágenes agradables: paisajes, flores, niños, mariposas en vuelo, zigzagueantes libélulas con alas de cristal, pero no de los desastres que causamos los seres humanos en contra de la Madre Natura... En contra de su hermano: el hombre.

Gracias a personas como Mario, Jaime, Raúl y Rocío, que nos regalan momentos inolvidables, que si bien se nos antojan breves, nos dicen que esta maravillosa experiencia que se llama vida, bien vale la pena disfrutarla a plenitud...

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