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miércoles, diciembre 17, 2008

Gaby Velázquez: Una navidad rosa



.............................. Una Navidad entre los niños Tzotzil


Yo soy una llorona, desde que me acuerdo pasaba el día de navidad llorando, no podía soportar que hubiera niños que no pasaban a navidad como yo, ¡rosa! Así que armada de una caja de kleenex, me sentaba enfrente de la televisión a ver: “Un cuento de Navidad”, “El grinch”, “Milagro en la calle 42”, y otra mexicana donde una niña miraba una vitrina donde había una muñeca que no podía comprar, y yo, lloraba a mares porque para mi, la navidad es la mejor época del año, me encantaba pasar los días preparándome para ella.


A veces la pasábamos en casa, a veces salíamos de viaje. Pero siempre era una época especial. El olor de la canela, de la naranja, del jengibre, del pino. ¡Siempre ese olor de navidad!
El día de noche buena, era fabuloso, los preparativos, los adornos, la cena: el pavo, el relleno, las ensaladas, los pastelitos, los pastelotes, el fruit cake, sidra, champagne.
El día de Navidad, los regalos, los montones de papel de colores regados por el piso, los moños, los pijamas. La comida de Navidad era en casa de mi tía, y entonces era pavo, romeritos, ponche. Era un interminable día de comida. Entonces creía que la Navidad era una época de abundancia.


La Navidad de los niños Tzotziles es diferente. Un año la pasé con ellos. En una comunidad en donde Navidad significa reflexión. Compartir.
En la comunidad hay un horno de piedra que se calienta con leña, y esa Navidad Maurizio hizo pizza. Las mujeres hicieron pan, Es increíble que en ese lugar perdido en la selva chiapaneca la pizza sea más sabrosa que en cualquier pizzeria Veracruzana. El 24 de diciembre es un ajetreo, se preparan para una gran fiesta, allí está prohibido el alcohol, así que de la única tiendita de la comunidad, en donde nos surtíamos de velas, de allí, salieron todas las coca colas que podíamos tomar, aunque también había pozol, ponche de frutas, y café.
Esa noche, había una pequeña planta de luz que permitía que se iluminara el lugar y que se escuchara la música en el único altavoz del lugar.
Los niños corrían por todos lados, y adornábamos, con papel de colores, con manteles bordados. Yo Había llevado cientos de hilos de bordar de todos los colores, lo recuerdo, y las señoras habían bordad algunos manteles. Los niños tzotzil no reciben regalos, pero Maurizio es carpintero, y antes de establecer la primera y única carpintería de la comunidad, trabajaba como podía e hizo para los niños pequeños, cochecitos con el material que encontró: latas, pedazos de madera, hilos y clavos. Hizo un camión, un cochecito, una patineta, hizo un caballito para los más pequeños. Y para las niñas hizo unas pequeñas sillitas, porque no sabía hacer muñecas. Maurizio se las ingeniaba con lo que encontraba.
La tienda donde nos quedábamos era como una gran palapa y esa noche estaba recogida, no había hamacas, y las mochilas, y la comida, las mesas estaban todas recogidas, de la biblioteca habíamos sacado mesas y sillas, las familias también habían participado con sus sillas. No me acuerdo cuántos éramos.
Comimos y bailamos. Llegó un momento en que la música de la banda dejó de sonar, pero ya habían sacado un par de guitarras, y cantamos hasta entrada la noche.
En esa parte de Chiapas, la obscuridad es casi total, a no ser por la cantidad de estrellas que hay, y nos alumbrábamos con velas. Pero no podemos darnos el lujo de usarlas todas, porque la tienda se surte una vez por semana.
La navidad es una época de reflexión. De compartir. De enseñar amor, de aprender a darlo. Pero nos tocaba aprender a darlo a nosotros, los que estábamos de visita, que veíamos de la ciudad.
Tenemos tantas formas de esperar la llegada del niño Dios. Y regresé a mi infancia: La llegada del niño Dios.
Navidad no era Santa Claus, ni Papá Noel, ni Babbo Natale. Navidad es el nacimiento del niño Jesús.
Que nació pobre, y en un pesebre, que reunió al momento de nacer a todos los pastores del lugar, que cantaron para Él, que llevaron lo poco que tenían para compartir con sus padres, que cansados y adoloridos, apenas podían mantenerlo caliente. Y que agradecían maravillados el milagro de amor que se había logrado a su paso.
No se, exactamente cuando perdimos eso. Pero mi Navidad, es siempre rosa.
Rosa amor, rosa belleza, rosa mujer, rosa niño. El oro y plata el verde el rojo lo dejó para los demás. Yo adoro la navidad, y ni siquiera pongo arbolito.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy bella esta Navidad rosa.
Estoy de acuerdo contigo. Para que haya Navidad, tiene que vivirse desde lo más hondo "el dar", "el compartir". Dichosa tú que llevaste alegría a estos niños.
De igual manera, amo la Navidad.
(Yo sí decoro mi arbolito, y créeme, lo que más disfruto es el adorno que coloco en la punta).
Lourdes.

Anónimo dijo...

I love trees too, you know!!!!

K9

Anónimo dijo...

La sencillez de este artículo me gusto, me encanta la navidad, sobre todo decorar el árbol; de niña no me dejaban decorarlo porque se podían romper las esferas, con el tiempo me case con una persona a la que tampoco dejaban poner el nacimiento. Así que desde el primer año pusimos un árbol natural y un nacimiento sin igual, al llegar mis hijas con mayor razón; cuando tuvieron edad para poner la esfera, como de dos años, empezaron a ayudarme y sí rompieron y han roto algunas esferas, pero lo disfrutamos mucho. El de este año, tanto árbol como nacimiento esta igual de esplendido; de una de las botas mi hija menor toca cada vez que quiere una canción de navidad.
Mari