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miércoles, octubre 24, 2012

Ignacio García: Hasta pronto, Dragón




 
HASTA PRONTO, DRAGÓN
Ignacio García
Conocí a Sergio Peregrina hace unos 25 años. El primer encuentro con él no fue de persona a persona, sino a través de un títere pirata que con su espada trataba de evitar la invasión de su nave por algún monstruo marino. Yo ignoraba que detrás del  escenario del teatro guiñol y el argumento de la historia, se hallaba uno de los más significativos artistas, dramaturgos y amantes del teatro para niños y creador de la compañía de teatro El Dragón Rojo.
Con el tiempo, no puedo decir que nuestra amistad fue estrecha: era la de dos seres que, por disciplina distinta del arte, caminábamos en busca de hacer que la tarea del artista en Veracruz (y México en general) no fuera  “un mal necesario” para el Estado y  el presupuesto del aparato puesto para ello (IVEC)  ofreciera y patrocinara más espacios y finanzas a quienes, como los dramaturgos, artistas plásticos y demás, requieren para su tarea. Creo que Sergio se llevó en los oídos las mismas promesas de siempre: palabras, palabras, demagogia y más promesas.
No obstante, Sergio jamás dejó de luchar por ello. Cuando el IVEC nació, un grupo de artistas nos unimos bajo las siglas de CLAVE para crear conciencia, y hacer ver a ese nuevo elefante blanco, que habíamos quienes ya tenían presencia en Veracruz y se demandaba (desde entonces) espacios y financiamiento (dinero no puesto por ellos, sino de nuestros impuestos ya pagados y bien cobrados por titulares de instituciones gubernamentales) con el fin de que el público en general conociera la obra porteña.
Nadie se integró totalmente al grupo; nuestra presencia era casi tangencial, pero en ese casi roce de nuestras ideas, las de Sergio Peregrina fueron siempre concisas, fulminantes, bien fundamentadas y con el elemento de quien lleva en la sangre el fuego de un dragón  y el rojo de la protesta solidaria.
Autor de casi 20 libros de dramaturgia, guiones de teatro guiñol y maestro de muchos alumnos que hoy dan sus primeros pasos encaminados por Sergio, su férrea voluntad de no doblarse ante nada y  sin dejar de llevar siempre el cuerpo y la mente erguida, nos ha dejado su ejemplo señero de voluntad y amor al arte: su Dragón Rojo sigue en pie. Desde aquella primera vez en que lo presencié hace casi 25 años, en un balneario de playa Mocambo, su teatro ambulante soportó marejada y media, y la firmeza de su creador lo mantuvo a flote lloviera, relampagueara o los bomberos oficiales de la cultura le negaran apoyo. La solidaridad de Sergio no tuvo límites con los espacios de su teatro, y lo mismo se presentaba en lugares donde recibía un pago mínimo, que iba a las escuelas, orfanatos y sitios semejantes, sin más paga que el saber que es mejor dar que recibir.
Decía Jean Cocteau que es triste cuando un hombre muere, pero más cuando quien muere es un artista. Esto cabe hoy cuando hablamos de Sergio Peregrina Corona, maestro de una Universidad para quien la muerte de quienes dan vida al mundo y lo transforman con su talento, se concreta a imprimir en el cheque de paga, un cobro mutualista para su funeral, el olvido de quién fue él, el “ya hay uno que está esperando su plaza”; además del total e inconsciente abandono de todo su legado artístico… O no. Tal vez desde China –con eso del recuerdo de los grandes dragones-- la cabeza de la U.V. haya mandado alguna notita de pésame para quien ni siquiera conoció al gran artista que fue Sergio.
 El IVEC por lo menos prestó un espacio a la trayectoria del artista para rendirle póstumo homenaje… pero ya muy tarde: Sergio  requería ése y más espacios en vida y no ahora. Sergio deseaba exponer sus puntos de vista (al parecer eternos) a  los funcionarios de guayabera, cara a cara; y no a esta hora en que los ojos cerrados y el labio callado de tanto tratar con la demagogia, prefiere callar a todo aquello por cuanto luchó durante mucho tiempo: en el último, el verdadero fin, el ruego que nadie pide si no es frente a frente…
Ah, eso sí,  sin él y sin que se le pregunte, se ha decidido aplacar conciencias (y ya pasado el susto de que se les aparezca vivo)   que el Primer Festival Nacional de Títeres lleve el nombre de Sergio: como si eso compensara toda la indiferencia oficial otorgada al sudor y lucha de una existencia irremplazable.

 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Descanse en paz un gran amigo, con una disposición única para el trabajo, apasionado de su arte; su público disfruto de su entrega, nos brindo el fruto de sus relaciones laborales porque esos festivales internacionales de títeres son inolvidables-
En lo particular, mis hijas, Las Garrido, crecieron con sus títeres, no se perdían sus funciones, les alimento, como a tantos niños, la imaginación, los hizo felices, que logro.
Queda a cargo de Dragón Rojo, su esposa admirable, Mina, en quien confiamos, para que cuando ella decida, siga la tradición de su trabajo, abriendo la puerta de su teatro en Pino Suárez, último logro del Maestro Sergio Peregrina.

Anónimo dijo...

Mary Carmen Gerardo

Unknown dijo...

Nunca llegué a conocer, personalmente, al Maestro Sergio; pero si pude asistir a una de sus últimas representaciones en la sede del IVEC.

Por lo que he visto y oído quiero pensar que, más bien estoy seguro, de que su espíritu se quedará en el puerto y se mezclará con el de tantos otros que le han precedido y han hecho que este mundo no sea tan execrable