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martes, noviembre 20, 2007

Ignacio García: Ángel de espada flamígera


ÁNGEL DE ESPADA FLAMÍGERA

Tengo un papel y una pluma
El papel azul y solitario
La pluma llena de tinta, mas sin verso
Un papel, fuego cruzado por nostalgias
que guardan en su blancura poemas
no escritos ni ahora ni antes

Unos que ya no escribirá la pluma
Unos que se le han prohibido:
los que su adicción hecha de tinta y suspiro
calan la sangre con el tiento de la morfina

Unos que van por tu talle bajo un viento tibio
y huyen del crujir de la llama
y sólo para proteger su alma
cantan su sílaba y acento
al suave toque de tu labio y de tu boca

Pues un ángel de espada flamígera
ha arrebatado al poeta su cuaderno
Le ha prohibido la entrada al Paraíso
donde eres tú el fruto prohibido de su espada:

Ya no más palabras que zumben a tu oído
Ya no más adjetivos a lo lindo de tu tímpano
ni recuerdos en los que tu hermosura
se confundan con el arlequín que llevas dentro

No más letra rebelde ni silbo que a mansalva
cause el estrago de un relámpago a tus ojos
Ni más verbos que amen sin amar
a esto improbable convertido en Imposible
a pesar de ser mujer que también escribe

Prohibida más droga delirante y curva
que rompa furtiva lo bello de tu imagen
No más brasa, no más tinta ni vuelo de gorrión a medias
No más tomarte de la mano para cruzar alambradas
y hacerme la ilusión que tuve de tu sangre
cuando fue en realidad la púa
quien a heridas puso un alto a mi pluma

¿Cómo escribir si no es sobre papel azul a tu lado?
¿Qué decir si tu recuerdo es todo lo que tengo?
¿Cómo romper la adicción de arrastrar la pluma
y saber anotar sólo silencio en vez de inyectarme
de tu belleza y tu arte?
Decirte amor es como retar al demonio
y que este papel sea bestia sin dueño
y la pluma un mero escombro entre los dedos
y la tinta un ardor a pecho descubierto
Mejor, guardar silencio
Preferible inclinarse a brasa limpia
al terrible dolor de la abstinencia,
a la sombra aguda del delirium tremens
que baja del cerebro mariposas negras y cinceles nuevos
Y a este ángel de espada flamígera decirle
que tengo un papel y una pluma:
El papel azul y solitario
la pluma atascada por un pañuelo
que ya jamás podré devolverte

Decirle que la única manera de morir y alzarse
sin haber besado jamás tu boca,
la única forma para des-amarte
sin que el papel se encone
es que él tome el filo de su espada
y haga de la pluma fuego y llaga
donde ofrendarte mi silencio

Que abra una zanja
a tan despiadada hermosura la tuya
para que pase yo despacio, sin despertarte
Como un dios que se abraza a la nada
para amar sin amar aquel Disfraz de mayo:
Aquel libro bárbaro y bello
sobre el que hoy me recuesto e imploro
se me deje silenciar a grito abierto
que jamás amé ni como ayer ni como nunca
a la mujer a quien ahora dejo
esta escritura deforme,
este poema hecho de furia
...
Este jamás te amé
Ni como ayer ni como nunca



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Nacho: leí y escuché los sonidos y silencios, las luces de la fruición de palabra con palabra, el agua azul en que navegan tus versos, otro ángel, la misma flama. Más tarde leeré este poema con diversas piezas musicales, de Handel, Tom Waits, Astor Piazzola y Maldita Vecindad. Te diré qué pasa. Manolo.

Anónimo dijo...

Este ángel simplemente ha hecho su trabajo: Arrebatarle al poeta su cuaderno y prohibirle la entrada al Paraíso.
¿Podrá entonces escribir Usted en un pañuelo extraviado "más de lo mismo"?
Si la respuesta es afirmativa, devuélvame mi pañuelo, para ser precisos en una noche de Carnaval, donde abunda el misterio, el disfraz, y por supuesto, el temor a ser descubierto.

Con ternura: Un arlequín.