Para Alix: Arvo junto a su oído
La música es buena compañera de la poesía. Mucho de lo que se escucha influye de manera pasional en la palabra a la hora de cruzar el lápiz por el cuaderno. Sucede muchas veces. En la poesía existe un punto del camino en el cual un ruido, un suspiro, el aleteo de un pájaro, inciden en el verso y éste puede mutar también sus alas si el sonido así se lo demanda.
Las navidades sirven hoy para muchas cosas: para escribir por ejemplo. Echarse al olvido de las reuniones (a veces patéticas) de amigos que se saludan y abrazan por compromiso y fingimiento. Uno prefiere caminar esas noches, oír los ruidos del mar para quienes tenemos la suerte de vivir a su lado; y luego, imperceptiblemente, llegar a tiendas donde es posible recorrer los estantes donde venden discos; traer en el tímpano el verso para el poema, y buscar con la mirada la pieza que le ajuste: le diga a uno cuál es esa palabra puente entre otras dos ya de pie en el umbral del oído.
Así es como, sorpresivamente, uno suele allegarse –como me ha sucedido a mí—con el aliado tanto tiempo buscado: Arvo Pärt, en un CD que cuesta más de lo que tengo en el bolsillo para entre-comer, beber algo, o arriesgarme: comer y beber música: Collage (English label Chandos Records, 1993). Tanto tiempo buscado, los cálculos en el bolsillo se olvidan y me reservo el derecho de quedarme con el compacto del músico lituano del que, con anterioridad, había yo consumido ya Necrology (1960), Tabula rasa (1977) y Passio (1982). He seguido a Pärt como se persigue a los poetas complejos, inteligentes, innovadores; y Collage había sido una de sus obras buscadas con ahínco...pero sin dinero: ¡Así no se puede!
Así es como, sorpresivamente, uno suele allegarse –como me ha sucedido a mí—con el aliado tanto tiempo buscado: Arvo Pärt, en un CD que cuesta más de lo que tengo en el bolsillo para entre-comer, beber algo, o arriesgarme: comer y beber música: Collage (English label Chandos Records, 1993). Tanto tiempo buscado, los cálculos en el bolsillo se olvidan y me reservo el derecho de quedarme con el compacto del músico lituano del que, con anterioridad, había yo consumido ya Necrology (1960), Tabula rasa (1977) y Passio (1982). He seguido a Pärt como se persigue a los poetas complejos, inteligentes, innovadores; y Collage había sido una de sus obras buscadas con ahínco...pero sin dinero: ¡Así no se puede!
Arvo Pärt, es uno de esos artistas místicos modernos. Nacido en Estonia en 1935, estudió en Heino Eller, en el Conservatorio de Tallin hasta 1963, periodo en el que compuso Necrology (1960): una obra serial que ya advertía en él su intención de penetrar no sólo al oído del destinatario, sino de hacerlo vibrar por dentro con una suerte de alquimia hecha de nostálgica espiritualidad. Si bien, para poder comer, ha compuesto música para cerca de 50 películas, eso no le ha impedido la injerencia en lo suyo. En un período que va de 1968 y 1971 se dedicó al estudio de los compositores medievales franco-flamencos, desde Guillaume de Machaut a Josquin des Prez. Su trayectoria dio un giro (más bien, regresó al punto que él buscaba) y, así, en 1976, hace contacto con la música de la iglesia ortodoxa.
Aunque las primeras obras de Pärt muestran influencias rusas de Serguéi Prokófiev y Dmitri Shostakóvich, lo suyo era el rechazo a los modelos tradicionales de la música de esos grandes maestros, y se fue por la experimentación –-sin que esto quiera decir que se dedicó (como lo hiciera John Cage) a golpear el piano con los puños. Muy por el contrario, la música de Pärt, si bien acude al serialismo y al collage de materiales musicales propios que parecen descomponer sus obras, su técnica jamás abandonó el sentido místico que hechiza a quien lo escucha.
Esto sucede con Collage y otras de sus obras: un estilo sometido al repiqueteo de las campanas, con un lenguaje tonal austero de profunda belleza espiritual de técnicas minimalistas y contra-puntísticas. Todo un laboratorio musical sin despedazar el alma de uno.
Un toca CD portátil prestado. La bruma de la mañana. El bronco trepidar del océano, colgado a sí misma una espuma entre el azul y el dorado. Un cuaderno maltratado. Y entonces la pista 2 del álbum: el Segundo movimiento Ubre B-A-C-H para cuerdas, oboe, arpicordio y piano, ejecutado por la Orquesta Filarmónica conducida por Neeme Järvi.
Esto hace a uno quitarse la soga del cuello, abrir y cerrar los ojos. Sellarlos, para hundirse en uno mismo (en el poeta lúgubre y alicaído). Y advertir en esas escarchas de luz, allí, dentro de uno, que la música de Pärt convierte ese instante, ya no sólo en esa palabra-puente tan esperada, sino en la Palabra misma: ya no una que falta sino que sobra, y le hace a uno desistir de echarle a perder la noche al canto insistente de la Poesía.
Para el lector interesado en la obra de obra de Arvo Pärt, puede escuchar un fragmento de Ubre B-A-C-H.
1 comentario:
Hola Nacho, recientmeente escuché de Arvo Part por una amiga un disco que te recomiendo ampliamente se llama Alina es tan poético como todo tu comentario sobre este compositor. Agradezco la ubicación del mismo y las recomendaciones para conseguir más disco de él.
Juan Joaquín
Publicar un comentario