Ahora resulta que a la ignorancia humana, a la preparación al vapor, al descuido intelectual y reclutamiento de gente cuya “experiencia” en educación sigue una trayectoria del Kindergarden al Doctorado(sin pasar por la praxis necesaria), ya no se le llama responsabilidad y falla humana, sino “error técnico”. Bonita palabra. Excelente juego de letras para que todo ser humano eche la culpa a las máquinas y, de esta forma, su incompetencia de razón quede indemne.
Desde que Manuel Barlett Díaz, en las elecciones presidenciales de 1988, inventó que “se cayó el sistema” y así crear el desastre Salinas de Gortari, todo político, burócrata, banquero y dentista impuntual aprendió ya la lección: “Falló el sistema”. De allí en adelante, ya no hay fallas humanas sino aparatos cibernéticos “alterados”, “que se caen” o toman formas (a lo Mary Shelley) y devienen Frankesteins de los que hay que cuidarse para que la incompetencia humana, ya se dijo, quede a salvo, gracias a palabras como cyber-espacio, chip, RAM, infrarrojo, hackers y todo un diccionario de neologismos que exenta a la intelectualidad de cualquier salvajada que pueda atentar contra ella.
El último “numerito” del CENEVAL-E es el “error técnico” de haber calificado mal a 1, 600 aspirantes para ingresar a la UV: aprobar a 1,600 burros y dejar fuera a quienes posiblemente sí merecían estar dentro de las aulas universitarias. Escuchar las explicaciones de los “técnicos” de esa institución del porqué del error, de verdad causa una hilaridad sin límites. Uno se interroga ¿cómo es que una institución con tanto prestigio (a la que el gobierno mismo ha encomendado los destinos de los elegidos) se “equivoque” al calificar un universo estadístico en donde, para el CENEVAL, 2+2 es igual a 5?
El último “numerito” del CENEVAL-E es el “error técnico” de haber calificado mal a 1, 600 aspirantes para ingresar a la UV: aprobar a 1,600 burros y dejar fuera a quienes posiblemente sí merecían estar dentro de las aulas universitarias. Escuchar las explicaciones de los “técnicos” de esa institución del porqué del error, de verdad causa una hilaridad sin límites. Uno se interroga ¿cómo es que una institución con tanto prestigio (a la que el gobierno mismo ha encomendado los destinos de los elegidos) se “equivoque” al calificar un universo estadístico en donde, para el CENEVAL, 2+2 es igual a 5?
Casi treinta años de experiencia en el mundo de las computadoras, y de su compinche la Informática, me llevan a pensar que no tiene porqué ser más difícil evaluar a 15,000 alumnos, que determinar la existencia de un inventario automotriz de cerca de 100,000 piezas, entre las que se hallan desde un motor hasta rondanas y tornillos.
Este tipo de operaciones tienen éxito porque detrás de ellas existe, en primer lugar, un concienzudo análisis de sistemas, en el cual un 5% de él, está diseñado para situaciones estáticas, y el otro 95% se destina a lo que el CENEVAL no parece haberse permitido: la conducta humana; la cual, es reportada segundo tras segundo por el sistema mismo.
En segundo lugar (sin que ese sea el orden precisamente) existe lo que se llama un Manual de Procedimientos, en el que a cada miembro involucrado en el diseño, se le señala la importancia (así sea mínima) que juega dentro del todo. Punto aparte de que ese Manual es revisado continuamente y con la conciencia de un conejo que elige las mejores zanahorias para comer.
Existen muchos otros factores que aquí aburrirían al lector si se los cuento, pero que pueden ser traducidos como el hombre que cuida con todo su amor “a la niña de sus ojos”.
“Falla técnica” se le admitiría, por ejemplo, al fracaso del satélite que la UNAM quiso colocar en el espacio sin lograrlo, y en el que una variedad considerable de factores estaban fuera del alcance de ese amor que a toda costa se tiene por la niña que amamos. Pero denominar “error técnico” al cometido por CENEVAL con 1,600 alumnos, es ya creer (bueno, ya se cree) que los mexicanos somos un pueblo de estúpidos.
Lo peor viene ahora. Con toda la razón del mundo, la UV se desliga del fracaso por el cual pagó a un proveedor balín. No obstante, y a pesar de presumirse “autónoma”, esta universidad ha corrido inmediatamente (en un rasgo de paternalismo cabalgante) para que nuestro gobernador les resuelva el asunto. Y, aquí es donde entra lo salomónico de nuestro jefe de gobierno: ya no se les puede decir que NO a los 1,600 alumnos que erróneamente aparecieron como “ingresados” a la UV. ¡Vaya shock el del chamaco al que le dicen: “dice mi mamá que siempre, no!”. Pero sería injusto, igualmente, dejar fuera a todos aquellos que pudieron haber quedado en nuestra Máxima Casa de Estudios. Así es que se ordena una nueva evaluación, a ver si ahora si el CENE-MAL le atina.
Para ello, y como muestra indiscutible de que en materia educativa estamos más que en la calle, el secretario de Educación de Veracruz, Víctor Arredondo Álvarez, considera que “el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior AC (Ceneval) debe reparar el daño que ocasionó por el ‘error técnico’ que dejó fuera a mil 600 aspirantes con derecho a ingresar a la Universidad Veracruzana (UV)”.
¡Otra vez la burra al trigo!
Lo peor viene ahora. Con toda la razón del mundo, la UV se desliga del fracaso por el cual pagó a un proveedor balín. No obstante, y a pesar de presumirse “autónoma”, esta universidad ha corrido inmediatamente (en un rasgo de paternalismo cabalgante) para que nuestro gobernador les resuelva el asunto. Y, aquí es donde entra lo salomónico de nuestro jefe de gobierno: ya no se les puede decir que NO a los 1,600 alumnos que erróneamente aparecieron como “ingresados” a la UV. ¡Vaya shock el del chamaco al que le dicen: “dice mi mamá que siempre, no!”. Pero sería injusto, igualmente, dejar fuera a todos aquellos que pudieron haber quedado en nuestra Máxima Casa de Estudios. Así es que se ordena una nueva evaluación, a ver si ahora si el CENE-MAL le atina.
Para ello, y como muestra indiscutible de que en materia educativa estamos más que en la calle, el secretario de Educación de Veracruz, Víctor Arredondo Álvarez, considera que “el Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior AC (Ceneval) debe reparar el daño que ocasionó por el ‘error técnico’ que dejó fuera a mil 600 aspirantes con derecho a ingresar a la Universidad Veracruzana (UV)”.
¡Otra vez la burra al trigo!
Con poco discurso con qué deleitar a su audiencia, Arredondo agrega que “es inadmisible que una institución que ha costado mucho trabajo que desarrolle un prestigio, un reconocimiento social, lo pierda tan rápidamente por un error”. Nótense las palabras elegidas por nuestro Secretario de Educación para evaluar el desastre del CENEVAL.
Por cierto ¿quién o qué es ese CENEVAL? . En su página web se presenta como: “CENEVAL (Centro Nacional de Evaluación para la Educación Superior A.C.) es un organismo que se dedica a crear diferentes tipos de evaluación para escuelas, universidades, empresas, autoridades educativas, etc. Ellos trabajan bajo la dirección de la Secretaria de Educación Publica y han creado un examen global de conocimientos generales de Bachillerato para que las personas mayores de 21 años puedan acreditar su preparatoria en un solo Examen”.
Y, presume: “Desde 1994 proporciona información confiable y válida sobre los conocimientos y habilidades que adquieren las personas como beneficiarios de los programas educativos de diferentes niveles de educación formal e informal”.
Si bien, la institución se presenta como un organismo No Lucrativo, acude al eufemismo de la “cuota de recuperación” para cobrar unos 1,800 pesos a todo aquel que quiera obtener de ellos un “certificado”.
El problema ahora para la UV es mayúsculo. De acuerdo a Víctor Arredondo, se dice que “se debe esperar a que el Ceneval adopte una medida para reparar el daño que ocasionó, porque el error implicará que la máxima casa de estudios ejerza recursos adicionales de los que actualmente carece”.
¿Qué medida irá a adoptar el CENE-MAL? Arredondo sólo habla de “pedir disculpas”, “esperarlo a que repare el mal”, “apoyar las gestiones para junto con él resolver el problema”, etc. Por cierto, según cálculos estimados, el “error técnico” costará a la UV unos 4,600 millones de pesos, en tanto admite a otros 1, 600 alumnos, deje que pasen de 4 a 6 años para que se gradúen, y se tenga que contratar más personal para atender a la demanda que se avecina.
Si bien, la institución se presenta como un organismo No Lucrativo, acude al eufemismo de la “cuota de recuperación” para cobrar unos 1,800 pesos a todo aquel que quiera obtener de ellos un “certificado”.
El problema ahora para la UV es mayúsculo. De acuerdo a Víctor Arredondo, se dice que “se debe esperar a que el Ceneval adopte una medida para reparar el daño que ocasionó, porque el error implicará que la máxima casa de estudios ejerza recursos adicionales de los que actualmente carece”.
¿Qué medida irá a adoptar el CENE-MAL? Arredondo sólo habla de “pedir disculpas”, “esperarlo a que repare el mal”, “apoyar las gestiones para junto con él resolver el problema”, etc. Por cierto, según cálculos estimados, el “error técnico” costará a la UV unos 4,600 millones de pesos, en tanto admite a otros 1, 600 alumnos, deje que pasen de 4 a 6 años para que se gradúen, y se tenga que contratar más personal para atender a la demanda que se avecina.
Pero ya dejándonos de “fallas técnicas”, vayamos a la realidad. ¿Estará el lector (dentro de 4 – 6 años) dispuesto a ponerse en manos de un “profesional” que confunde la “apéndice” con el “ábside”, el “bisturí” con el “manatí”, la “regla de tres simple” con “la simple regla de una res”, o un sismo con lo mismo-lo-mismo?.
Finalmente, el gasto es lo de menos. Ése no va a salir ni de CENEVAL ni del bolsillo de algún político, sino de los monederos de usted y mío. El dinero provendrá de las arcas públicas: Lo bueno es que hará el favor a la auto-no-mía de continuar con el síndrome evidente del desastre.
Finalmente, el gasto es lo de menos. Ése no va a salir ni de CENEVAL ni del bolsillo de algún político, sino de los monederos de usted y mío. El dinero provendrá de las arcas públicas: Lo bueno es que hará el favor a la auto-no-mía de continuar con el síndrome evidente del desastre.
2 comentarios:
¿Y por qué todos corrieron con Víctor Arredondo a preguntarle por el Cienegal? ¿será porque es socio o beneficiario económico del engendro éste (me refiero al Cienegal) y es su verdadero jefe (me refiero a Raúl Arias)? ¿Por eso quieren que el Se-ve-re-mal le aplique exámenes de ingreso a los niños de primaria?
En fin, se agradece que Los Elementos se ocupe de estas cosas también.
la UV tuvo que pagar una cifra millonaria por el asunto de las computadoras, indudablemente los beneficiados de esa demanda lo hicieron con dolo y lo peor de todo es que han de haber sido conocidos o amigos de arredondo. creoque ahora, la UV debería demandar al CENEVAL y que esta empresa se hiciera responsable de su fallo
Nancy Ortiz
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