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domingo, enero 21, 2007

Ignacio García: Cierra La Chatita Gorda


Conocí a Arturo Talavera en los talleres de literatura de Casa Salvador Díaz Mirón, cuando Jaime G. Velázquez fue director de literatura del IVEC, y a alguien se le ocurrió poner un anuncio en el periódico que decía, más o menos: "Si quieres aprender a escribir, ven". El anuncio mal diseñado causó que cayera de todo. Desde escritores y poetas bisoños, hasta secretarias de bufetes y algunos analfabetas; unas 60 personas.
Apenas salidos de alguna cantina el día de la inauguración del taller, Arturo García Niño y yo nos fuimos a asomar al numerito: Era un mundo de gente el ahí presente. Ante tanto personaje ansioso de aprender a escribir, Jaime no tuvo otra idea que asignarse él mismo una sección para ensayo, a García Niño le endilgó la narrativa, y a mí me colgó el San Benito de poesía.

A mi sección llegó la pléyade: Jesús Garrido, Juan Joaquín Péreztejada, Toña Martínez Woolf, Marisol Robles, Mary Carmen Gerardo y muchos otros que se perdieron con el tiempo en la actividad cotidiana.


La simpatía y carisma de Talavera, además de su afición a la cerveza, hizo que pronto congeniaramos. El taller era sabatino y comenzaba a las 6:00 p.m.; pero él y yo iniciábamos a veces desde la 10 a.m. con la primera cerveza, so pretexto de "estar al chile" para la hora del taller. Ya se imaginarán el desastre. O no. A lo mejor fue eso lo que dio intensidad, fulgor, arraigo, a algo que pudo ser una escuela de versos muy académicos pero sin la alucinación y asombro que provoca el demonio del alcohol. No sé.

El caso es que Talavera estaba ahí. Escribía. Y entre ejercicio y ejercicio él, yo y otros, nos salíamos a los alrededores de la Casa para seguir bebiendo algunas cervezas. Nuestro territorio era el cinturón de Landero y Coss, Arista, Zaragoza y Serdán: El barón, rojo, Los panchos, Vitamar, La Garlopa, El mexicano, Bar Titos y otras cantinas que hoy han desaparecido. Por supuesto, entre esta amalgama de nombres se hallaba el de La Chatita.

Entre que leíamos a Rimbaud, a Paz, a Sabines y Silvia Plath, nuestras incursiones fueron cada vez más constantes a La Chatita, atendida por una mujer morena y regordeta de un carácter dulce y regañón. No faltó que, al tiempo, nuestros amigos artistas plásticos --cuya entrada les estaba vedada a los talleres literarios--- comenzaran a pararse también por La Chatita: Néstor Andrade, Rogelio Urrusti, Leonel Zárate, El Negro Villalba, y otros que apenas despuntaban, iban y se metían con nosotros a la cantina. Fue allí que surgió la idea de unirnos para exponer nuestros mutuos trabajos: nació el grupo de los Oníricos. La idea era exhibir obra y leer poesía, no en las anquilosadas y llenas de maquillaje paredes del IVEC u otros espacios oficiales, sino en las cantinas. Desde entonces hubo muchas exposiciones y lecturas.


Un día, en Los Dos Panchos, Talavera dejó la poesía. Fue la última vez que leyó algo junto con García Niño, Eduardo Sansores y el que esto escribe. Dejó la poesía por la cámara fotográfica; y la dejó por el amor instantáneo que le produjo una austriaca llamada Eva. El caso es que perdimos a un poeta que "quién sabe", y ganamos un magnífico fotógrafo, y, lo mejor, seguimos conservando al amigo de siempre.


Ya como artista de la lente, y como clientes con su inti-del-diario en La Chatita (en donde no sólo adquirimos permiso de picaporte sino de suelo para dormir), a Talavera se le ocurrió hablar con la Chatita para que nos dejara exponer y leer. A la mujer se le hizo muy raro el asunto... Pero Talavera la convenció de que iban a llegar puro artista famoso, y la todavía cantina (antes que Talavera la convirtiera en piquera) se iba a hacer de renombre. La mujer aceptó. Para entonces, entre taller y taller e idas entre semana, yo había ya escrito una media docena de cuadernos de poesía en ese lugar...siempre acompañado de una media docena de caguamas.

Fue así que llegaron a La Chatita las exposiciones de los Oníricos, las individuales del mismo Talavera con poemas míos y de otros al lado, las máscaras de Néstor Andrade, las fotografías de Fabela y demás... Así, hasta que fue tanto el cariño de Talavera por la cantina que un día decidió que él la regentearía: y así fue.


Durante esta última época la actividad cultural en la piquera se incrementó. La generosidad, el amor y respeto que Talavera tiene por arte y artistas, hizo del lugar un punto de referencia para todo aquel ansisoso de exhibir sus trabajos. La Chatita (ya Gorda para entonces, por cambio de franquicia) fue bajo las manos de Arturo un baluarte para sus mismos alumnos, para los desechados por la cultura oficial. Para nosotros fue el espacio que impidó se mendingara por los pasillos del IVEC, se arrastrara uno con trámites y simpatías compradas. La Chatita Gorda se erigió como un reto y signo de rebeldía en quienes pensamos que el arte no es una joya de utilería y sólo puede ser dicha y exhibida baja el arco de los reflectores.

Muchos llegaron a asomarse por ahí. Algunos se quedaban; otros no se atrevieron a cruzar el umbral; algunos más olfatearon y salieron corriendo. Quienes permanecimos fue porque en la figura de Talavera hallamos un corazón generoso, un amigo y un confidente a toda prueba. No sólo prestó su sitio a quienes anhelaban ver sus cuadros colgados de una pared, sino que su generosidad traspasó los limites y siguió bebiendo con aquellos que no tenían para una cerveza; les (nos) quitó las crudas mañaneras horribles, sin pago alguno, y a cuanto se le acercó, también tuvo el corazón para darle asilo cuando no había dónde pasar la noche.

Lo último que sé es que allí se llevó en 2006 una lectura de poesía erótica con carácter de maratón: de las 2 a la 7 de la noche. Allí Talavera organizó (junto con Néstor) el homenaje al Negro Villaba con exposición de sus cuadros y lectura de Sansores, Paty Gómez, Ignacio García y muchos otros. Los invitados especiales en el acto fueron la familia completa del Negro.
Fue allí también donde, en noviembre, Talavera organizó para mí la lectura de Poemas Subterráneos. Su desprendimiento no tuvo límites para este poeta: Un póster enorme, la cantina saturada, chelitas de entrada y una banda con tarola y sax para festejar no sólo al poeta, no sólo a la poesía, sino a la libertad que emana de un acto hecho sólo por visionarios que no desean que este Veracruz se convierta en un paraíso sin sol, en un proyecto monolítico.

Este sábado 20, Talavera ha comenzado a empacar. Aún queda colgando de un hilo clavado en las paredes la última exposición de fotografía que él patrocinó. Quedan los dibujos y cuadros de Andrade y de Zárate: los versos escritos en las paredes por muchos poetas... Y permanece la tozudez de él para seguir desprendiéndose de lo que tiene...Así en un acto de nostalgia y dolor por lo que deja, ha abierto el último six de caguamas y repartido entre los amigos, junto con dos tres jarros de mezcal. Ha sacado libros y discos, y los ha ofrecido a quien estamos allí.

El ambiente es triste. En la rocola --que Talavera abre a patadas porque ni siquiera cinco pesos aparecen-- dice que pondrá esas rolas de Jaramillo que tanto me gustan, y se arranca con una cuyo verso dice: "Prendida a la fiebre/ brutal de mi sangre". Luego --más por solidaridad al corazón que por conocimiento--- me da unos compactos de sones y pide que lo entregue (regale) a quien provoca en mí el éxtasis de aquellos versos.

Decirle "gracias" a Talevera no vale. El día (hoy, mañana, pasado) que por fin termine de sacar sus triques y ponga el candado al viejo zaguán, debe saber el artista, debe conocer Talavera, que ha cumplido como creador y como hombre. Que su gran corazón ha imantado a muchos. Que su pasión por el arte y su paso por La Chatita, puesta como un refugio para el mismo arte, pasará a la historia: a la de los rebeldes, a la de los malditos, a la de los desheredados...a cualquiera, pero pasará.

No me queda más que unirme a su nostalgia. El sábado 20 hemos comido lo último de la perola. Llega el rudio de Radio Bemba en Pescadería, el del murmullo de la gente entre los pescadores; entran y salen personajes que saludan afectuosamente al fotógrafo..."Me cai de madre que voy a extrañar todo esto... es mi mundo", dice Talavera. La melancolía ya no me deja pensar. Tomo mis maletas, estrecho su mano y le dejo un fuerte abrazo. Volteó. Allí, en un pequeño rincón, una foto de él y yo, pasando el brazo sobre el hombro de cada uno, en uno de esos días en que La Chatita comenzó a ser para nosotros un jirón del Paraíso con llama doble.

Aquella llama ha quedado en tierra. Es la lumbre del corazón y todo el ramaje de la sangre. Sé que la clausura de ese Paraíso, canta al tono de nuestro mismo dolor: de nuestra mutua complacencia.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

como es eso????????????????????????????

Anónimo dijo...

Ignacio:
Es la nostalgia o la buena prosa. O las dos. No conocí La Chatita (soy, como sabes, poco afecto a las cantinas y, cuando mucho, frecuenté La Bella Época), pero tu crónica la puso ante mis ojos y la empiezo a extrañar.
Resulta curioso y sólo explicable por el don de la palabra que te anima y te significa, que uno pueda añorar lugares que nunca visitó. Lo cierto es que sí es lamentable que cierre. Por Valdivia, por ti, por los plásticos y los poetas jarochos. Por los cuates que ahí encontraron pretexto para todo.
Te felicito por la crónica. Es realmente buena.
Lo que me preocupa es el tono del poema Me aparto y marcho. Ojalá no estés pensando nuevamente abandonarnos a nuestra suerte.
Recibe un saludo afectuoso.
Tu léctor más fiel
JLCD

Anónimo dijo...

Nacho:
Desafortunadamente no tuve oportunidad de conocer el congal de La Chatita Gorda, es una pena, pero en mi casa siempre habrá chelas frías para "El Poeta y los elementos de su reino ". Esperemos que la amenaza del último aporte sólo sea una llamarada del Eje en la flama y que podamos seguir disfrutando de la única ventana hacia el Veracruz delirante que con tus antenas de poeta detectas y nos abres a través de michelet ediciones
un abrazo y gracias por los momentos que compartiste con los que estamos de este lado de la pantalla.

Judith Hernández

Anónimo dijo...

Que Tal Ignacio, he empezado a Leerle del Blog de "Actores sociales" y efectivamente me parece una Ventana al mar de La narrativa en todas sus formas y expresiones, Al leer esta crónica me transporto a toda esa magía poetica de la prosa real y anecdótica que relata, es una lastima ver que cada dia perdemos estos espacios de recreación artistica y que muy raramente los jovenes como yo tenemos fomento de esto, sin embargo su blog me parece muy interesante y recrativo, y recuerde que son pilares de los que apenas nacemos en esto interminabel camino de la narrativa.
att: Oracio Barradas, le comparto mi cuento " Conversando con un Fantasma" espero su comentarios oraciobarmez@hotmail.com
http://actores-sociales.blogspot.com/2006/11/cuento.html

Anónimo dijo...

qué mal pedo! yo me enteré hace unos días y la neta se me arrugaron los ojos. chale! ese arturo la neta es la pura neta. yo, como muchos, disfruté de la chatita, de su mal olor y de sus exquisitas tardes de cerveza. lo que más me duele, es que cuando pongan el candado, quedarán no sólo tardes chingonas ahí, sino la bitácora de cientos de vidas, de hombres de verdad, de cabrones e hijos de puta que no tenían mejor lugar que ése...dónde será el nuevo lugar para fabricar nuevos y buenos recuerdos? dónde? espero que como arturo, talavera para la banda, haya más gueyes con el mismo ánimo y el mismo humor de querer vivir y hacer vivir, junto con él, lo más perrón que tenemos en el puerto: la delicia de una cerveza y unos charales rancios!
viva talavera!
viva la chatita!

Arturo Pizá dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Arturo Pizá dijo...

Yo fui de los invitados por Talavera a exponer en la paredes de esa Chata bella e inmunda, aun cuando nadie me conocía ni era recomendado de alguien.
Yo fui de los afortunados en colgar mis pinches fotografías en esos muros llenos de graffiti, versos cursis y pinturas extrañas.
Yo fui de los que oriné en el peor baño de Veracruz, qué digo baño, letrina.
Yo fui parte del selecto grupo que, junto con Talavera y Luis, cerraban la Chata temprano para ir a buscar más aventuras alrededor.
Yo fui de los que se pelearon y ya borrachos, se abrazaron con la mafia de los vendedores del malecón.
Yo fui uno de los muchos que se asó en ese cubo junto a la barra que más parecía sauna.
Yo fui de los muchos que si traía, pagaba; si no, no.
Gracias Talavera.
Gracias de corazón.
Que el espíritu de La Chata (antes Campeón) te inspire para esas estenopeicas que tanto te gusta sacar.

Arturo Pizá dijo...

Yo fui de los invitados por Talavera a exponer en la paredes de esa Chata bella e inmunda, aun cuando nadie me conocía ni era amigo de alguien.
Yo fui de los afortunados en colgar mis pinches fotografías en esos muros llenos de graffiti, versos cursis y pinturas extrañas.
Yo fui de los que oriné en el peor baño de Veracruz, que digo baño, letrina.
Yo fui parte del selecto grupo que, junto con Talavera y Luis, cerraban la Chata temprano para ir a buscar más aventuras alrededor.
Yo fui de los que se pelearon y ya borrachos, se abrazaron con la mafia de los vendedores del malecón.
Yo fui uno de los muchos que se asó