Para Alberto Ruy Sánchez
Hoy como nunca, se unieron lo que soy y lo que no quiero ser en esta base carnosa, pudiente, cuya risa me perseguirá mañana, cuando los hechos se hayan materializado.
En el puerto no ha dejado de llover, desde la lluvia impertinente, por la cual jamás viviría en Xalapa, hasta la lluvia de esta madrugada, toda violenta, cuya fuerza abrió la puerta del patio y tiro la ropa de la silla.
Ni me moleste en levantarme, en medio de la pesadilla habitual agradecí a la noche llorona haberme despertado. Todos los miedos me persiguen de noche, he terminado por abrazarlos. Podría vivir de día en la noche pero no me agrada que me visiten amantes en la oscuridad, prefiero el día, la hora ocasional del trabajo, para olvidarme de ellos pronto y hundirme en lo importante, descifrar el enigma de las pesadillas, las direcciones de las calles nunca encontradas.
Estaban tomando de mis senos, el deseo que se escapa, cuando el celular empezó a sonar, era demasiado tarde, para detener el movimiento del dedo pulgar, que presuroso construía un monumento dentro de mi cuerpo, el cosquilleo pertinaz pudo haberme ahogado, por eso preferí contestar el teléfono.
El trabajo, siempre el trabajo, me gustaba, sí, pero no era yo, quien era succionaba una verdad de color blanco entre la boca, quien era contemplaba el mar intrigada por el color contaminado del azul, quien era no hacia absolutamente nada, con el problema del mundo exterior, el cual no entiende la nada, al contrario busca siempre llenarla con bullicio, música, estropicio, malas y buenas noticias, pobreza palpable, que a la nada, haragana, poco le importa.
Sólo la poesía entiende y reúne a la que soy, lo que no quiero ser pero ejerzo, practico y gozo. La poesía debiera ser un hombre, un hombre con un dedo pulgar poderoso, una marea inagotable, modelada en barro, capaz de traspasar los pensamientos y dejarlos ir, sin cuestionar, dejando esos pensamientos en otras mentes, capaces de percibirlos.
Hace poco, una amiga entrañable, me decía que no dependiera de nada, tuve ganas de reír, pero me contuve porque vi la verdad de su afirmación y lo lejana que me resulta; ejerciendo la absoluta dependencia en todo, ansió en realidad su ligereza, contemplar un día entero el techo de la pared, buscando la razón y la resolución de tantos enigmas, paradigmas que defienden al hombre, detienen mi poesía y elevan el curso del tiempo, que inclemente continúa, el reloj siempre continúa.
Después de contestar el teléfono y volver al curso idílico del encuentro, me esforcé por ser ligera y cabalgar hacia afuera, pues adentro no hay sino vaguedades, encontrar afuera la razón del color azul del mar y de la niña que presurosa se recuesta en mi hombro, pidiendo mas de lo que no soy, pero ejerzo.
Y el insecto entro en el barro
nada pudo hacer Tarik
para detener el movimiento
El pulgar siguió amasando
el barro
brindando la forma
perfecta
a un cuerpo inexistente
Era la vagina de Jassiba
entregada a un voto eterno
Pronto las cenizas
las huellas de su vello
estarían dentro de la vasija
Acunando la respuesta
esperando las cenizas
del amante
Juntos
Alabarían la dependencia
El placer dentro de la cárcel
Toda la palma entera
guarda secretos
encierra el kamazutra
Deja aflorar
Vierte
Una llovizna pertinaz
en el puerto
En el puerto no ha dejado de llover, desde la lluvia impertinente, por la cual jamás viviría en Xalapa, hasta la lluvia de esta madrugada, toda violenta, cuya fuerza abrió la puerta del patio y tiro la ropa de la silla.
Ni me moleste en levantarme, en medio de la pesadilla habitual agradecí a la noche llorona haberme despertado. Todos los miedos me persiguen de noche, he terminado por abrazarlos. Podría vivir de día en la noche pero no me agrada que me visiten amantes en la oscuridad, prefiero el día, la hora ocasional del trabajo, para olvidarme de ellos pronto y hundirme en lo importante, descifrar el enigma de las pesadillas, las direcciones de las calles nunca encontradas.
Estaban tomando de mis senos, el deseo que se escapa, cuando el celular empezó a sonar, era demasiado tarde, para detener el movimiento del dedo pulgar, que presuroso construía un monumento dentro de mi cuerpo, el cosquilleo pertinaz pudo haberme ahogado, por eso preferí contestar el teléfono.
El trabajo, siempre el trabajo, me gustaba, sí, pero no era yo, quien era succionaba una verdad de color blanco entre la boca, quien era contemplaba el mar intrigada por el color contaminado del azul, quien era no hacia absolutamente nada, con el problema del mundo exterior, el cual no entiende la nada, al contrario busca siempre llenarla con bullicio, música, estropicio, malas y buenas noticias, pobreza palpable, que a la nada, haragana, poco le importa.
Sólo la poesía entiende y reúne a la que soy, lo que no quiero ser pero ejerzo, practico y gozo. La poesía debiera ser un hombre, un hombre con un dedo pulgar poderoso, una marea inagotable, modelada en barro, capaz de traspasar los pensamientos y dejarlos ir, sin cuestionar, dejando esos pensamientos en otras mentes, capaces de percibirlos.
Hace poco, una amiga entrañable, me decía que no dependiera de nada, tuve ganas de reír, pero me contuve porque vi la verdad de su afirmación y lo lejana que me resulta; ejerciendo la absoluta dependencia en todo, ansió en realidad su ligereza, contemplar un día entero el techo de la pared, buscando la razón y la resolución de tantos enigmas, paradigmas que defienden al hombre, detienen mi poesía y elevan el curso del tiempo, que inclemente continúa, el reloj siempre continúa.
Después de contestar el teléfono y volver al curso idílico del encuentro, me esforcé por ser ligera y cabalgar hacia afuera, pues adentro no hay sino vaguedades, encontrar afuera la razón del color azul del mar y de la niña que presurosa se recuesta en mi hombro, pidiendo mas de lo que no soy, pero ejerzo.
Y el insecto entro en el barro
nada pudo hacer Tarik
para detener el movimiento
El pulgar siguió amasando
el barro
brindando la forma
perfecta
a un cuerpo inexistente
Era la vagina de Jassiba
entregada a un voto eterno
Pronto las cenizas
las huellas de su vello
estarían dentro de la vasija
Acunando la respuesta
esperando las cenizas
del amante
Juntos
Alabarían la dependencia
El placer dentro de la cárcel
Toda la palma entera
guarda secretos
encierra el kamazutra
Deja aflorar
Vierte
Una llovizna pertinaz
en el puerto
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