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lunes, enero 07, 2008

Ignacio García: Los Intelectuales


Para aquella que en mis sueños lleva el apellido Alesi.

Con unas vacaciones tan largas y la extrañeza por A.L. aguda hasta el dolor, el refugio de la lectura a veces resulta buen paliativo. Así es que, en éstas últimas, me di a la tarea de leer un libro que tenía pendiente, titulado The Intellectuals, del escritor británico Paul Johnson. (1)

El libro ya es conocido en los medios de la intelectualidad como el “lavadero” de la inteligencia versus la congruencia. En suma, Johnson pone el dedo en la llaga y se pregunta si un hombre de mente brillante, que expone su filosofía de vida para el bienestar individual y/o colectivo, no debería (desde su mismo punto de partida personal) ir a la par con las ideas que genera desde su escritura; dicho en palabras del apóstol Santiago: “Ser hacedores de la palabra, y no tan sólo oidores”... Escritores, en este caso.
El repaso que hace Johnson de este divorcio entre letra y conducta, idea lúcida y proceder moral, lo lleva a realizar toda una sacadera de “trapitos del sol” de personalidades tan famosas como Rousseau, Marx, Tolstoi, Hemingway, Lillian Hellman y Noam Chomsky entre otros; remarcando de ellos el contraste entre su brillantez mental y contradicción existencial, así como su carisma y peligrosidad en el actuar cotidiano.

De acuerdo a Johnson, a partir del siglo XVIII, con el racionalismo y las revoluciones en todos los ámbitos, se produce el nacimiento del pensamiento secular que viene a sustituir hasta el entonces entronizado ideario religioso, con la ventaja de que, a diferencia de los sacerdotes, profetas o hechiceros, estos nuevos pensadores se vieron exentos de ajustarse a una determinada "liturgia" previamente establecida por la tradición, y zafarse de cualquier otra revelación venida de lo Alto. En un solo párrafo, Johnson dirá de la nueva oleada intelectual "A diferencia de sus predecesores sacerdotales, no eran servidores e intérpretes de los dioses sino sus sustitutos".
La pregunta es entonces: ¿existe algún tipo de virtuosidad en esta nueva clase de pensadores? La pregunta es para el autor de suma importancia, puesto que la exposición de la teoría filosófica en el intelectual va de la mano con la garantía que su propia personalidad puede ofrecer a la humanidad en el sentido de cómo ésta debe conducirse. El libro de Johnson se encarga de indagar, precisamente, en la oscura o iluminativa forma de vivir de los protagonistas más destacados de esta intelectualidad, ofreciéndonos un cuadro vívido y preciso de las cualidades morales de sus integrantes, así como de su forma de comportarse con sus seres más cercanos, lo que finalmente nos mostrará hasta qué punto esa inmensa preocupación por el género humano era sincera, o una impostura más para vender mejor su mercancía.

Las conclusiones de Johnson, después de realizada su investigación, parecen desoladores. Muestran a una serie de pensadores incongruentes hasta decir basta; exhiben esa dicotomía del hombre que (en palabras de Camus) efectúan el “salto existencial” para salvar su proceder que contradice lo expuesto en las páginas de sus libros. Tras la imponente fachada en la que el pensador exhibe exquisitos atributos morales –y los demanda de sus congéneres con propósitos de una sociedad cada vez mejor-- se oculta una existencia patética envilecida por una, en general, más que acusada egolatría, que en algunos de estos intelectuales, como Rousseau, llega a adquirir tintes claramente patológicos.
El gran mérito de Johnson es traer a nosotros a hombres de carne y hueso, que no por escribir de forma brillante, convincente y a veces letal, dejan de ser simples entes con desórdenes mentales, a veces, mayúsculos... Sociopatías que (agárrese el lector) no pocas veces fueron las que condicionaron lo “genial” de la obra en el intelectual.
En este contexto resulta necesario señalar cómo Rousseau, quizá el caso más patético de los recogidos en el libro, insiste en su "El Contrato Social" en la necesidad de la creación de un estado paternalista, que se ocupe incluso de las necesidades vitales de sus ciudadanos/huérfanos y de su educación desde la más tierna infancia, sustituyendo incluso a la familia como institución responsable de cubrir esas necesidades mínimas. Detrás de este reclamo existe una coartada moral excelente para acallar la propia conciencia cuando, como en el caso de Jean Jacques, abandona a sus cinco hijos, uno tras otro, apenas nacen en el primer orfanato público... para olvidarse de ellos el resto de su vida, como efectivamente lo hizo el filósofo francés tan admirado por no pocos de sus lectores.
O a un Marx colérico que, cargado de odio y resentimiento, manipuló las fuentes documentales con el objetivo de apuntalar "científicamente" sus presuntas leyes (es admirable el capítulo que le dedica, pues en unas pocas páginas desacredita, de forma contundente, el supuesto carácter científico del marxismo). Esas doctrinas generaron los mayores sufrimientos que ha experimentado la humanidad a lo largo del siglo XX. Incluso, recientemente, Pol Pot se formó en una Francia marcada por el existencialista Sartre y el marxismo en sorprendente continuidad con las utopías de Rousseau.
En definitiva: si algo queda claro después de la lectura de este texto es la escasa coherencia moral de esos "intelectuales", sus gravísimas contradicciones y la debilidad de muchas de sus construcciones teóricas. Entonces, ¿puede explicarse de alguna manera el indudable "éxito" alcanzado?
Al igual que con Rousseau, a medida que avanza en su lectura, el lector puede mirar en vivo y en directo la vida de una gran mayoría de los grandes intelectuales de la historia reciente (Ibsen, Sartre, Hemingway, Tolstoi, etc.), cuya influencia en la mentalidad de la sociedad ha sido incontestable, pero con el handicap de no poder ellos mismos resolver sus propios demonios personales; y no sólo eso, sino transmitir esa demonología de carácter atribulado a los seres que les rodearon.
La óptica de Johnson ilumina (deslumbrando) y de forma inmisericorde, la existencia y milagros de éstos que tenemos hoy como los dioses sagrados del pensamiento moderno. La fotografía de Johnson, a cada uno de estos divos es implacable: el resultado es un retrato horrendo, si bien honesto, dirigido a desmitificar con gran lucidez argumentativa a estos Hermes surgidos de las cenizas del pensamiento clerical (tan a veces criticado por ellos mismos) .
Como valor agregado, el lector halla en este libro un volumen extraordinariamente bien escrito, con un lenguaje sencillo, ameno; punto aparte de que el trabajo de investigación está sustentado por bases sólidas y pruebas, como lo son la correspondencia privada de los protagonistas y los testimonios de familiares, amigos y conocidos.

En México, la investigación de Johnson hallaría todo un arsenal de intelectuales que viven (con solaz esparcimiento) en la total incongruencia. Desde los que se dicen liberales y sirvieron a gobiernos tan represivos como el de Díaz Ordaz; los conocidos como libre-pensadores que se fueron a echar a los pies de Luis Echeverría apenas éste los llamó cheque en mano; hasta aquellos que se muestran pródigos en escribir una historia de México, y se prestan como consejeros a gente tan tarada como Vicente Fox, o se arriman a la cobija de Felipe Calderón para ver qué historia es la que deben de contar. No faltan ni faltarán los intelectuales mexicanos que rentan su pluma para escribir los infames libros de texto gratuito, tan deplorables en historia como en civilidad; ni brillan por su ausencia tampoco aquellos que escribiendo hermosas historias de amor, son golpeadores con-su-itinerario de su tercera o cuarta mujer. Punto a parte merecen mención, aquellas mujeres intelectuales que enarbolando el estandarte feminista sufren de esquizofrenia radical y carecen del mínimo saber de lo que es amar al prójimo.

(1) Johnson Paul, The Intellectuals, New York Times Best Sellers, 1998.


En español el lector puede adquirir este libro en Javier Vergara, Buenos Aires, 2000.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Ignacio:

Gracias por detallar el argumento de este libro. Recomiéndaselo a Arleth Yunes, o bien, podría ser que se anexara a la lista de libros del próximo curso (si es que se forma).

Por mi parte, sigo leyendo con extrema valentía el libro que me recomendaste.

Lourdes Franyuti.

Anónimo dijo...

Ignacio:
No he leido el libro que comentas, pero me parece muy interesante lo que dices que contiene.
En cuanto pueda echarle un ojo, quisiera comentar contigo alguna afirmación que, a mi juicio, resulta gratuita en tu reseña. Ya te imaginarás que se refiere a las consecuencias del liberalismo francés y del marxismo. Creo entender que, en resumen, esas concepciones del mundo son las responsables de todo lo malo que le ha ocurrido a la humanidad en los últimos decenios.
No avanzo porque carezco de la referencia que tú tienes. Pero me parece que el punto requiere una discusión a fondo.
Saludos y feliz 2008.

José Luis Cerdán

Anónimo dijo...

Estimado José Luis, estoy de acuerdo contigo. Lo gatuito no viene de mi cosecha, simplemente cito lo dicho por Johnson que, efectivamente debería ser más profundamente analizado. Creo que, más que nada, lo que este autor trata de mostrar es que, no es el entretejido de estas dos valiosas corrientes que tú citas, las culpables del mal de la humanidad, sino simplemente que en la privacidad existencial de sus autores, no fueron capaces de gozar en lo individual lo que ellos mismos propusieron; o, también muy en su carácter, la contradicción de sus acciones fue más grande que los volñumenes que escribieron. Que otros, más nobles y congruentes hayan asumido esas posturas con mucho más compromiso, salva a las ideas de la conducta, a veces miserable, de sus autores. Gracias por tu interés en comentar más a fondo el asunto.
Ignacio

Anónimo dijo...

¿se puede saber quien es tu dulcinea de apellido Alesi?
Vero.

Anónimo dijo...

Querido Ignacio:
Aunque es diversa la temática que genera el libro de Johnson me queda claro que el punto es la congruencia o incongruencia de quienes producen conocimiento sobre todo en las ciencias sociales, esto me trae la referencia a la generación beat, algunos de cuyos miembros fueron ultramachistas al grado de atentar contra los derechos humanos de sus compañeras o esposas, lo cual estaba en contradicción con las ideas de avanzada que propusieron hasta generar una nueva Imagen Mundo que influyó fuertemente en las generaciones posteriores a ellos.
Al leer tu comentario de inmediato lo relaciono con el envío que hace Guillermina Ortega del documento preliminar de la Red Mundial de Artistas en Alianza, que con el título de Carta de Responsabilidades de los Artistas incluyes en el blog.
Ambos documentos merecen más diálogo porque es muy afortunada la difusión y el lugar que les otorgas. Saludos cordiales.
Manuel Salinas.

Anónimo dijo...

Mi estimado Ignacio:
Como siempre la contundencia en el oficio argumental y la claridad de ideas para recuperar no sólo lo leído sino también lo aprehendido en un texto que se muestra retador, no sólo por el recuento de los saldos entre el pensar y el hacer, pues finalmente puede generar el derrumbe de autores idealizados y referencia para algunas generaciones, sino también porque obliga a pensar no sólo en la inteligencia, sino también en aquellos mas cercanos a la terrenalidad emocional. Seguro conocemos a algunos, incluso podemos estar al borde de estas sublimes incongruencias que de vez en vez se asoman a la vuelta de la vida.
Saludos
Genaro Aguirre Aguilar

Fernando dijo...

Ah, sí, este Jhonson es el mismo individuo que dijo que España le desilusionaba porque habían dicho NO a la guerra de Irak...cuando él los consideraba muy valientes...o incluso que Francia esatba importando -fíjense el término que utiliza- árabes cuando sabemos lo peligrosos que son...

¿No será ésta también una contradicción entre este autor y cómo se presenta -yo acuso- denunciando en los demás -intelectuales de gran talla- de ser incoherentes?

No pienso pagar un duro por ese libro...que le den de comer otros...y que aporte algo bueno al mundo en vez de sandeces y rencor...