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domingo, julio 01, 2007

Ignacio García: La insoportable levedad del IVEC


LA INSOPORTABLE LEVEDAD DEL IVEC
Por Ignacio García

En su casi homónima novela al título de este texto, Milan Kundera inicia con la frase siguiente: El mito del eterno retorno viene a decir, per negatio-nem, que una vida que desaparece de una vez para siempre, que no retorna, es como una sombra, carece de peso, está muerta de antemano y, si ha sido horrorosa, bella, elevada, ese horror, esa elevación o esa belleza nada significan.
Kundera, naturalmente, retoma este reclamo de Nietzsche para quien, en una visión lineal del tiempo, los acontecimientos siguen reglas de causalidad. Hay un principio del tiempo y un fin... que vuelve a generar a su vez un principio. Sin embargo, a diferencia de la visión cíclica del tiempo (muy común entre los griegos) no se trata de ciclos ni de nuevas combinaciones en otras posibilidades, si no que los mismos acontecimientos se vuelven a repetir en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación. Por lo tanto, cada vida es esencialmente insignificante, cada decisión esencialmente irrelevante. Luego, ya que las decisiones no importan, ellas son leves (ligeras, livianas): no nos atan. No obstante (y al mismo tiempo), la insignificancia de nuestras decisiones (nuestras vidas o nuestro ser) es insoportable. De ahí la insoportable levedad del ser…De aquí, la insoportable levedad del IVEC.

Se ha dicho: “los mismos acontecimientos se vuelven a repetir en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación”. Pero, quién sabe. Los últimos cambios ocurridos en los últimos meses en el IVEC sí parecen tener variación: una que va de lo peor a lo inmejorable y pesado. El relevo de María Esther Hernández Palacios en los mandos de ese Instituto, parecen una premonición de lo ya de por sí insoportable. El gobierno estatal (siguiendo una línea de “operación política” a la vieja usanza priísta), coloca en la silla vacía a alguien que parece no venir a hacer cultura sino a culturizar el quehacer político de quien lleva las riendas del gobierno estatal.

Sergio Villasana Delfín es presentado nuevo director del IVEC, como si entre todo el recurso cultural veracruzano no hubiera alguien mejor que él. La levedad de su nombramiento (hecho al caduco estilo del ajedrez tricolor) obliga a uno a preguntar y preguntarse: ¿De cuándo acá la suma de cargos ocupados dan como resultado a un hombre culto? Pedir que esa suma (en la que se involucran olmos y peras) dé como resultado a un intelectual, sería pedirles al propio olmo que arroje peras. Pero eso es lo que maneja “el mismo orden sin posibilidad de variación”: hacernos creer que la inestabilidad en los puestos (que en Villasana se cuentan de a docena) crearán estabilidad en una institución que demanda no “creadores” de imagen política sino personas, no sólo multi-chambas, sino cultas, inteligentes, y, más que eso, sensibles al arte y la creación, junto con un respeto al artista y al creador. Entre los cargos que “recomiendan” a Villasana se encuentra el de Secretario Auxiliar del Procurador General de la República. Y uno, leve que es, e insoportable que se siente, se pregunta si tal perfil no le acomoda mejor a Villasana como director de la policía boqueña, en vez de regidor de la alicaída cultura veracruzana.

Ese mismo peso al que obliga la levedad, lo lleva a uno a volver a la pregunta lineal: ¿Existen o no (ya no digamos entre los veracruzanos en general, sino entre los señalados por el dedo gubernamental) gente mucho más capaz para ocupar una dirección que, más que abogados (cuya capacidad no puede objetarse), esté mucho más cerca del objetivo que persigue un instituto de cultura? Si no los hay (que lo dudo) qué mal se anda en la relación entre el gobierno y los intelectual de cepa. Si los hay ¿por qué nadie quiere entrarle al toro por los cuernos? ¿Será que ya han aprendido la lección del desprecio con que se trata a la cultura veracruzana como “el mal necesario” que los gobernantes tienen que soportar? ¿Tal vez el verse en el espejo de la misma María Esther los intelectuales se vuelven más leves de lo debido y prefieren soportar el peso del desempleo antes que cargar con la de “asesor” de imagen gubernamental so pretexto de que “promueven” cultura?

El caso segundo nos lleva a los dominios del kitsch. ¿Será que no hubo un solo intelectual hecho-y-derecho que aceptara sentarse en la silla vacía porque no comulga, no obedece a los mandatos de quien tiene el poder de ponerlo y quitarlo?. De acuerdo a Kundera el kitsch es un ideal estético del acuerdo categórico con el ser en el que el desperdicio es negado y todos se comportan como si no existiese: en otras palabras, el kitsch elimina de su punto de vista todo lo que en la existencia humana es esencialmente inaceptable. Para algunos embelesados por el poder, las ideas son eso: inaceptables, sin categoría, incongruentes con las de un Veracruz “seguro” y progresista. Cuando lo que cunde en un gobierno es la estadística falsificada (“Villasana logró aumentar la cobertura de RTV un 98%”), y no se le concede al ciudadano la oportunidad de comprobar ese dato --pues ya de por sí se da por hecho que proviene de una fuente “confiable” (el mismo gobierno)--, no hallamos entonces bajo el imperio del kitsch. De ahí en adelante, todo lo que perturbe a éste queda excluido de la vida: cualquier manifestación individual, cualquier duda, equis objeción razonada. Se hace necesario entonces mantener en esa silla vacía al amigo, al divulgador de imagen, al silencioso; a quien repetirá –paradójicamente a través del único medio que tiene el individuo para desmentir (esto es, el arte y a cultura)—que todo marcha bien en tierras veracruzanas.

Asombrosamente –y dada aquella levedad en la que todo se repite sin variación alguna—pronto, quienes nos quedamos callados, terminamos exactamente con la misma sonrisa que tienen quienes desde lo alto agitan la mano para saludarnos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

"El delito de los que nos engañan no está en el engaño, sino en que ya no nos dejan soñar que no nos engañarán nunca." Víctor Ruiz Iriarte.
Quizá, el pueblo veracruzano, tendría que poner mayor atención al proverbio árabe que dice: "La primera vez que me engañes, será culpa tuya; la segunda vez, la culpa será mía."

Anónimo dijo...

"Si Ignacio García tiene razón en lo que escribió, sugiero que ensanchemos la separación que existe entre el IVEC y la gente común y corriente.
Rara vez recibo invitaciones del IVEC, sólo falta hacerlo público: como aparato de Estado, el IVEC se pinta solo y no está muy interesado en el público que espera más y mejor cultura para todo Veracruz.

Jaime Velázquez A."