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miércoles, febrero 13, 2008

Ignacio García: El WTC sin Morrison







En el WTC de Boca del Río, se anuncia la presencia de The Doors, en un espectáculo al que se le ha llamado Riders on the Storm. Buena forma de hacer dinero, si se toma en cuenta que The Doors era un solo hombre llamado Jim Morrison: él fue el poeta, el cantante, el espectáculo arriba de la tarima y el hombre cuya leyenda se sustentó en una frase lapidaria de William Blake: “El camino de los excesos, es el camino de la fama”.

Si bien los otros músicos que subirán al escenario serán el viejo tecladista Densmore, el baterista Krieger y la guitarra de Mazarek, antiguos acompañantes de Morrison, no cabe de duda que hará falta en el ambiente esa conjunción casi mística entre la voz privilegiada de Jim y su poesía hecha ritmo detractor a la hora de interpretar. Se anuncia, en su lugar a un (según quienes han escuchado el concierto) buen imitador de Morrison de nombre Brett Scaliones: esperamos que le haga honor al Lagarto.

Nacido en 1943, Morrison poseía un IQ de 149 (1), lo que según algunos expertos lo hizo aficionado a la lectura de poesía y literatura de altos vuelos. De allí que, de aquellas hojas que pasaba leyendo en los asoleaderos de Los Ángeles, Jim extraería no solamente un gran arsenal para su propia contestataria poesía musical, sino una forma de vida, un modo de pensar que finalmente le llevaría muerte en París en 1971.

Y uno se pregunta, cómo es que las ideas de algunos penetran tan corrosivamente en espíritus tan creadores y dotados cómo los de Morrison, y permiten a éstos espíritus llevar hasta sus últimas consecuencias estas maneras visionarias de concebir la existencia propia. Uno puede acudir a la psicología, al psicoanálisis, a la neurología; pero nada de ello va a explicar porqué un ser humano determina desde hoy, ahora mismo, en este instante, trazar una delgada línea azul entre la vida y la muerte. No se trata de un existencialismo consciente y rebelde como el de Camus o el misticismo acendrado de Kierkergaard, ni el vacío enorme sin voces ni entendimiento al que alude Beckett. No, aquí se trata de una suerte de epifanía en donde, un día determinado (y después de devorar a varios de los grandes poetas del mundo) Morrison decide que “hasta aquí llegué, nomás déjenme cantarle sus cosas al mundo”.

Fue un libro de Aldoux Huxley quien dio al grupo (es decir, a Morrison) la idea del nombre de la banda californiana. Esto es así, porque, a su vez, Huxley, cita una frase de un libro de Blake titulado Las Puertas de la Percepción, en donde el poeta se deja decir "Si las puertas de la percepción quedaran depuradas, todo se habría de mostrar al hombre tal cual es: infinito". El libro, que parece ser la primera parte de uno segundo en Huxley (Cielo e Infierno) no era otra cosa que la experiencia del escritor de “Un mundo feliz” bajo los efectos de la mezcalina y el alcohol.

Pero ¿Basta esa experiencia perceptiva para establecer un modus vivendi-operandi para hacer las cosas? En Morrison lo carnal, lo palpable, lo visible, no parecían satisfacerle en su mundo (de allí varias de sus letras que hablan de ello), sino el ir “a la otra parte”. Es así que Morrison se allega al mismísimo William Blake para hojear lo que éste tiene que decirle…No mucho: poeta visionario por antonomasia, Blake exhibe la convicción de que las visiones interiores de cualquier artista (él era además dibujante y otras cosas) son más reales que el mundo exterior. El artista es un vidente con la capacidad innata de introducirse en la verdad única del cosmos. A la par de esa postura (y como para demostrar que su dicho era cierto) Blake ---como luego lo va a hacer Morrison--- trata con diversas facetas del arte: hoy, por ejemplo, se le considera a Blake el "primer artista multimedia": grabador él mismo, sus primeras obras (Los cantos de la inocencia y la experiencia) fueron grabadas en cobre y decoradas con dibujos del autor según la técnica particular de impresión iluminada o miniatura impresa, en la que mezcla visualmente pintura y poseía, consiguiendo una síntesis de ambas artes.
Como Blake, Morrison quiso integrar diversas formas del arte (la poesía, la música, el teatro, el cine) en un todo más rico y complejo. En oposición a una concepción del hombre dividido entre espíritu y cuerpo, deseo y represión, realidad y fantasía, Blake exalta la actividad creadora y totalizadora de la imaginación, por medio de lo que puede ser recompuesto, a través de una realidad escindida.

Si Morrison, con sus poses y vale- madrismos de ser detenido cuantas veces fueran posibles por la policía, es considerado un enfant terrible; no cabe duda que esa vestimenta la retoma de los versos lapidarios de la poesía y estilo de vida (también de línea azul fatal) de Arthur Rimbaud; éste, antes de cumplir los 19 años (que es como una marca del “ya antes viví, regresé para anotar lo que faltaba”) nos deja Una temporada en el infierno e Iluminaciones para después abandonar todo: fama, fortuna y familia, y dedicarse al tráfico de esclavos en África.
A Jim Morrison le impresionó y marcó de por vida la tesis de Rimbaud, tanto como poeta “nato” como esa naturaleza prodigiosa que el joven poeta poseía como vidente. En una de esas tardes angelinas y subido en la azotea, con un cigarrillo a lo Bob Marley, Morrison leerá: "El poeta se hace visionario a través de una larga, ilimitada y sistemática desorganización de todos los sentidos. Todas las formas del amor, del sufrimiento, de la locura, las busca en sí mismo; agota en su interior todos los venenos y conserva su quintaesencia... Oh, dulce e inenarrable tormento que para soportarse requiere la fe más profunda, y una fuerza sobrehumana que lo convierta, entre todos los hombres, en el gran inválido... ¡el gran maldito!.. ¡Y el supremo científico¡... porque podrá alcanzar lo inalcanzable. ¿Qué importa entonces si se destruye en su vuelo extático por lo desconocido y lo inenarrable?"

Se dice que alguna vez, aconsejado por sus amigos más queridos (incluyendo a los de la propia banda), sobre la forma auto-destructiva a la que Morrison dirigía su vida, éste les contestó en un francés medio angelino: "Ayer si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde se abrían todos los corazones, donde corrían todos los vinos./Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié./Me armé contra la justicia".
Si Rimbaud muere a los 33, Morrison lo hará a los 28.

Esa rabiosa-belleza que emanaba en cada una de las apariciones de El gran Lagarto; su voz inconfundible, su poesía a tono con la armonía de una vocalización depurada por diez, quince tragos del alcohol, parecían no ser sino, también, el aprendizaje literario de uno de los más grandes escritores alemanes: Friederich Nietzsche, quien (admirador reverente de Wagner) escribió El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, en el que establece los dos principios rectores del arte: el apolíneo (ejemplificado en la escultura) y lo dionisiaco (representado en la música); dos manifestaciones inseparables en cada una de las apariciones de Morrison en el entablado.
Dionisio era, para Nietzsche, "en sí mismo, sin imágenes, dolor puro y primordial y la repetición de su propio eco". Morrison leyó muy joven esta obra y quedó indeleblemente marcado por la idea del espíritu dionisiaco, con el que se identificaba plenamente, incluso a la hora de, por ejemplo, darse a la interpretación de Los Señores; no otra cosa sino una paráfrasis de El Anticristo del propio Nietszche.

En fin, que el 21 de febrero, 2008 (fecha anunciada del evento) faltará en el WTC el grupo The Doors; estará ausente el poeta, el de vida limítrofe, amante de los grandes poetas poseedores del dejà vu. Habrá, incluso, el vacío: esa forma del manifiesto beat que Kerouac, Ginsberg, Burroughs y otros, dejaron como una forma de denuncia en contra de una vida material y hueca, y que, a forma de ritmo sincopado, Morrison heredara de ellos: se dejaba llevar por el éxtasis y el grupo le permitía improvisar lo que le viniera en gana; esa novedad estilística basada en el intento de crear una prosa "espontánea" sobre el modelo de la improvisación libre del jazz, Morrison la había leído de Kerouac, quien (mito o no) para no tener que estar cambiando las hojas en la máquina de escribir y perder el ritmo de la narración, utilizaba un rollo de papel de caja registradora para seguir escribiendo. Morrison lo sustituyó con el alcohol y otras drogas. Fue un individuo súper-dotado cuya voz, aliada a sus letras, difícilmente podrá ser emulado.
Mucho más difícil será mostrarnos esa postura anárquica de contemplar la vida y elegir un lugar como Paris para morir, y que sobre la tumba que uno elige para ser sepultado, alguien arroje rosas rojas para un cantante tan joven… Y, de esta forma, cumplir con aquel sueño poético del cantante: aquella letra de ‘escándalo’ entre la burguesía persignada, que reza: “Enciende mi fuego”.


(1) Lo que no quiere decir que quienes tengan un IQ de menos 43 puedan también leer a estos escritores…Felipe Calderón jura haber leído a Nietzsche


Para los fans de Morrison dejamos este video cuyo argumento se acerca con bastante fidelidad al Riders on the Storm.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

A mi me encantan Los doors. Una biografía de Morrison: Nadie sale vivo de aquí marcó mucho mi vida. pero yo creo que es demasiado decir que Morrison era Los doors. En sentido estricto Ray manzarek con ese teclado carnestolendo y la guitarra de Krieger cuya compsoición Light my fire es una muestra de que Los doors eran más que sólo Morriosn y, como muchas otras cosas, más que la suma de sus partes y una de sus partes imprescindibles era Morrison, claro. Morrison era el poeta beatnik que no es poco decir pero los Doors no era su grupo de acompañamiento. Por lo demás, cuando vino Pink Floyd a México sin Roger Watrs no quise ir a verlos porque venían incompletos y el concierto me dicen estuvo poca madre. Igual hace unos años vinieron Los doors y tampoco fui por la misma razón (ahora vienen sin Densmore en la propagando sólo aparece Manzarek y Kriger), una amiga me dijo que estuvo muy bueno.
por otra la cita de Blake es El camino de los excesos lleva al castillo de la sabiduría. Mi sobrina tiene muchas ganas de ir a verlos pero no tiene con quien quizá la acompañe. Un abrazo y saludos, Juan Joaquín

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo, pero no exageremos con lo del tecladista: Su "solo" en "Light my fire".... and what more else? En èl, eso fue todo. Además, se trata de una intervenciòn que hasta Juan Torres pudo ejecutar sin mucho sfuerzo si Morrison lo hubiera llamado. Lo que quiero decir es que sin o con esos músicos The Doors hubieran sido el mismo Morrison; él sumaba, no restaba.
Respecto a la cita sobre Blake es cierta...está parafraseada por mí (hoy casi todo mundo la conoce mal) por la forma desmedida en que Morrison, en vez de sabiduría, se fue en pos de una fama cuyo sustento fueron la droga y al alcohol...
Gracias, Juan a Joaquìn por redimir esa cita de William

Ignacio

Anónimo dijo...

claro que jim era la esencia de los doors creo que la magia de su poesia se reflejaba en sus ojos excelente lo que nos ha regalado gracias

Anónimo dijo...

A mi me encantan los doors pero lo primero que te puedo decir es que tienes mucha razon en tu articulo solo que no puedes empezar diciendo que el viejo tecladista Densmore, el baterista Krieger y la guitarra de Mazarek, cuando la guitarra la toca krieger, el teclado mazarek y la bateria densmore... chekalo...por que un verdadero fan es lo minimo que tendria que saber... no crees???

Viva Jim morrison !!!!!! yeah

Anónimo dijo...

¡hurrrrra! Al fin alguien lee y pone los puntos sobre las íes, de algo que hice a propósito en mi artículo: cambiar de puesto a los integrantes y darles un instrumento distinto al que tocan. Eres buen observador, si bien, me pregunto ¿por qué casi todos (me incluyo) leemos a medias? Porque mira ¿En qué parte de mi texto digo que soy fan de los "integrantes" de los Doors? Al contrario, digo que con o sin ellos Morrison era los Doors. Lo que tu observación hace no es más que validar mi tesis: soy fan de Morrison y nada más...no me endilgues la admiración por los otros. Mi intención de cambiarlos de puesto era precisamente esa: bien pudieron estar detras de Jim, Juancho, Pancho y Chencho --músicos medio virtuosos--- y habría Doors...pero quitas a Morrison, y aunque pongas a tocar en su lugar a otros músicos de la medianía de los mencionados... y ya no hay nada; la diferencia, por ejemplo con Led Zeppelín, The Who, The Band o Cream. Como sea gracias por tu observación...Sólo agrego: soy fan de Jim-Doors...

Ignacio