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martes, febrero 26, 2008

Laura Haddad: Muere Emilio Carballido


Muere Emilio Carballido
Laura Haddad
Xalapa, Ver. 12 Febrero 2008

Una pérdida para el teatro universal: Emilio Carballido murió.
Por las principales calles de Xalapa, durante el medio día del pasado martes el comentario era el mismo, la muerte del autor de Rosa de dos aromas y Orinoco, entre otras obras de teatro se regaba de boca en boca con la misma expresión “Emilio Carballido murió”, sin importar esta la pronunciará el estudiante universitario, un maduro parroquiano en los cafés del centro o un caminante que leía en voz alta los titulares de periódicos locales o nacionales que se asomaban entre los estanquillos. Uno de los hijos adoptivos de Xalapa más reconocidos había muerto la noche anterior a consecuencia de un paro al miocardio y los xalapeños notaban la trascendencia del suceso y comenzaban a sentir ya la ausencia de quien siendo cordobés de nacimiento y un incansable viajero, eligió vivir en la capital veracruzana en una casa convencional, rodeado de gatos y sus familiares más allegados.
Quien redacta estas líneas recuerda la primera vez que pisó la citada casa, cercana al segundo lago del “El Dique”, escondida en un callejoncillo a casi en la cúspide de una loma vivía Don Emilio. Por fuera, el lugar no revelaba que ahí viviera una de las más grandes glorias de las letras y dramaturgia mexicana, pero adentro todo ahí era como de fantasía.
Cuadros y obras de arte regalados al autor por sus amigos, fotografías de sus viajes y puestas, gatos, muchos gatos, de todas formas, tamaños y colores, había vivos de curiosos pelajes y razas, otros más amanera de esfinges.
Durante su ochenta aniversario, amigos y la Universidad Veracruzana (UV) montaron en la Galería “Fernando Vilchis” una exposición con algunos de aquellos objetos personales de Emilio, en esa ocasión y recuperándose de una embolia, el escritor llegó a paso lento y apoyándose de un bastón, acompañado de su gran amigo y amor, el coreógrafo Héctor Herrera, cual eterno niño distinguió entre lo expuesto un gran gato de utilería y manifestó: “¡ay mira hasta a él lo trajeron!”. Como reportera aproveché la ocasión para pedirle la entrevista, no sin antes la foto, Don Emilio aceptó de buena gana pero me pidió lo fotografiara junto a su “querido gato” de utilería. Más por curiosa que por informadora, así como amante de los felinos también, le pregunté sobre el por qué de su gusto por los gatos, “son mi tótem”, respondió.
El humor de Don Emilio como su carácter y obras fueron siempre controversiales, años antes, durante la inauguración del Centro Veracruzano de las Artes (CEVART), dedicado a otro grande del teatro y además veracruzano, Hugo Argüelles, una colega entrevistó al cordobés buscando su opinión sobre las clases de arte en las escuelas primarias del país: “¡Ay no sé señorita, dejé la primaria hace mucho tiempo!”. Las carcajadas no se hicieron esperar. Y es que a Carballido había que hacerle preguntas de su interés, hallarle el modo en la charla, pues aunque siempre accesible y amable, no toleraba lo tonto, mucho menos la ignorancia en el entrevistador. A sus más de ochenta años era evidente que su cerebro era el acervo de una sabia experiencia.
La imagen más conmovedora de Emilio Carballido viene a la mente cuando se le recuerda protagonista de un merecido homenaje que le brindaron en 2005 los alumnos de la Facultad de Teatro de la UV, en el marco del Día Mundial del Teatro, entonces, con lagrimas en los ojos y voz cortada manifestó que “de todos este es el mejor homenaje que me han hecho, pues se trata de los jóvenes quienes me lo hacen”.
Apenas hace un año, Emilio Carballido ocupó las primeras planas de los diarios del país, al ser el primer artista e intelectual mexicano que decidió casarse por lo civil con su pareja sentimental de los últimos años de su vida, aprovechando la legalización de dichas uniones, entonces recién aprobadas en las leyes del Distrito Federal. Una vez más, firme a sus convicciones este dramaturgo manifestaba sus ideales e ideologías políticas con hechos, como cuando en 1968 alzó la voz ante la masacre de estudiantes en Tlatelolco, como cuando con su pluma se atrevió a denunciar los abusos del poder en el México de los setentas.
Descanse en paz Emilio Carballido… Y como sintiendo ya su ausencia, el cielo xalapeño hoy está gris.


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