La tradición de las liturgias, previas a la Semana Mayor, nos señalan al carnaval como un acto sonoro, colorido, desde luego fogoso, intenso y especialmente característico de cada cultura donde se celebra.
Veracruz en su historia de puerto, crisol de etnias y puerta del encuentro de dos mundos, avala dichas celebraciones con una esencia especial: la del calor y creatividad de su gente.
De manera beligerante y activa, procurando enlazarse con el testimonio de un pueblo de cara al mar, los pintores hacen lo propio y departen con la gente diversión colorística. Néstor Andrade es uno de ellos. Oriundo de Córdoba, Néstor ha dedicado su vida a la plástica. Director de espacios culturales, promotor cultural y maestro de pintura, este creador con amplia trayectoria, dirime los placeres de la carne con los terrenos del arte. Parte de su propuesta se encuentra en las máscaras, por un lado como coleccionista de ellas y por otro como centro de su propuesta pictórica.
En este tenor Néstor, también involucra la geografía veracruzana, pues sus fondos se empalman con contextos aledaños a la sensualidad carnestolenda.
Las máscaras resultan un pretexto para encubrir secretos. A guisa subrepticia, Néstor relata la sorna de una carcajada dibujada en una cubierta de madera, cuya composición puede ser la ambivalencia de una tristeza o tal vez de una perdida de razón amorosa o circunstancial por continuar del mismo modo ante la vida. Las máscaras se asocian al teatro, escenario pleno de reflexión o esparcimiento, pero en el campo de la psicología, nos detallan personalidad, según su raíz griega.
Néstor Andrade juega en doble sentido, con la travesía de su planteamiento plástico y la posible intromisión de sus espectadores.
Su obra nos permite ese tránsito atrevido, de pensar en ocultamientos, para aturdirnos en el pasatiempo o para resguardarnos de los miedos, a otros, a la realidad o al de nosotros mismos.
Vivan las máscaras, las de Venecia, las de Río de Janeiro, las de Veracruz y sus distintos carnavales... ellas describen los fuegos eternos de constantes eternidades.
1 comentario:
Las máscaras no solo son un pretexto para encubrir secretos. Reflejan una identidad oculta, tal vez alguien que se esconde... ¿De qué? ¿De quién?
No es relevante. El encanto del misterio regala libertad y fascinación al que suele ocultarse.
Ana Laura.
Publicar un comentario