Francia asistió al nacimiento de la modernidad. Ella permitió el desarrollo de las ideas que hicieron posible un cambio en el pensamiento político y en la concepción del arte. No sólo con Francia basta, pero sí que nos ayuda a entender estos complejos cambios que se dieron en las sociedades más avanzadas de la época. En materia de ideas, desde el siglo XVII, y muy especialmente en Francia, la modernidad idolatraba a la razón. No en vano se convirtió en el símbolo, y se la personificó como la diosa en la época más confusa de la revolución francesa de 1789. Era la razón la que traía la autonomía del hombre.
Pero claro, la modernidad no sólo ha tenido vestimentas políticas. En materia artística el nacimiento de lo moderno aparece en el siglo XIX, y el poeta francés Charles Baudelaire es reconocido como su padre. Utiliza el término en 1859, ya que necesitaba expresar lo que caracterizaba en aquella época al artista moderno. Baudelaire diría en 1863 que "la modernidad es lo transitorio, lo fugitivo, lo contingente, que es la mitad del arte, cuya otra mitad es lo inmutable". Continúa escribiendo que "el escritor debe reproducir la circunstancia en todo aquello que sugiera lo eterno, pues su ocupación reclama la capacidad de destilar lo eterno de lo transitorio". De esta forma, el escritor debía tener una capacidad especial como espectador capaz de traducir la vida banal y cotidiana para trasladarla al ámbito de lo válido supra-temporalmente mediante parábolas, metáforas y otras formas de expresión.
La poética de la modernidad era la del fragmento, donde se imponía el descuartizamiento de lo real para erigir, otra realidad con los pedazos encontrados. Charles Baudelaire reaccionó contra el romanticismo imperante en su época. Él no admitía la inspiración, ni la imaginación, ni la improvisación. La poesía era para él un ejercicio, un esfuerzo con trabajo sistemático, equivalente al de un paciente artesano volcado permanentemente en pulir sus versos. Hasta entonces la poesía se había centrado en lo bello, y el poeta francés pretendía demostrar que también lo feo tenía relación con lo estético. No fue causalidad que Baudelaire tradujera al poeta norteamericano Poe.
Con Poe la literatura comenzó a poblarse de antihéroes, de personas que deambulaban por las calles con sus sueños rotos. Baudelaire toma de Poe el culto a la noche, el gusto por lo decadente, por la estética de lo enfermizo y lúgubre. Ambos poetas compartieron su idea del fatalismo y del sentido de irreversibilidad del destino, que son rasgos que definen también a la modernidad. Poetas que se segregaron de la sociedad, huyeron de los honores, de los puestos oficiales y adquirieron aspectos de marginados sociales, conocieron la miseria, las enfermedades y el abandono. Reaccionaron contra los poetas románticos, estos eran la voz de la sociedad, sentían y pensaban en nombre de la comunidad. A partir de Baudelaire no se tratará del poeta sufriendo por todos, sino que será el propio sufrimiento encarnado en la poesía. Con ellos comienzan a surgir un puñado de poetas que comenzaban a reunirse en los cafés junto a artistas de la bohemia. El dogmatismo del siglo XVIII y que se prolonga hasta el siglo XIX, se ve sustituido por una juventud escéptica, agnóstica , que ha perdido la fe en los programas y serán reveladores de los males del siglo.Tras Baudelaire aparece una figura trascendental para la nueva poesía moderna francesa, Verlaine. Él publicó en 1884 "Les poètes maudits" (los poetas malditos). En esa publicación hacía referencia a los rasgos de las obras de los poetas franceses Corbiére, Rimbaud y Mallarmé. Nunca supuso la trascendencia posterior que tuvo esta denominación de poetas malditos en la historia de la literatura. Con esta denominación se intentaba agrupar a todos los poetas franceses que de una forma decidida había contribuido al desarrollo de la modernidad, que se caracterizaban no sólo por lo novedoso de sus ideas y poética, sino por su forma de estar en la vida, a contracorriente de todo el flujo establecido por los academicistas del momento. O, como lo pone Rimbaud en uno de sus versos. “Aquí, con lentos ritmos, esparce su tintura / el resplandor inmenso que en el azul delira. Más fuertes que el alcohol, más vastas / que una lira, / las manchas del amor fermentan su amargura”
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