El artista independiente, impulsado por una parte a escapar a unas condiciones existenciales penosas y, por otra, acuciado por la injusticia a buscar una organización lo más perfecta posible en este mundo que le toca vivir, no ha cesado de buscar soluciones en la disidencia desde los más remotos tiempos. Sobre este tema de perenne actualidad se ha tenido un doble significado: uno de orden lingüístico y otro más estrictamente político. En lo que se refiere a su aspecto lingüístico, el arte independiente ha actuado como lo que Octavio Paz califica de fusión semántica, algo así como el proceso de fusión nuclear en el que del choque entre dos átomos surge un tercero. Es decir, el obscuro objeto del arte que contiene significados concretos de reclamo estético y de presentación funcional se reviste de un nuevo significado, tal vez amargo, de crítica irónica. A través de una operación de este tipo se presume que la gente que gobierna es indolente, ese es el problema. No se trata de la falta de planes concretos o recintos cerrados en Veracruz puerto, sino incapacidad intermitente para gobernar detrás de los muros de papel del 115 Constitucional.
En teoría, permanecen los convenios entre Ayuntamiento e IVEC, la vigilancia del regidor del ramo y otros materiales humanos perecederos dedicados a la tarea primaria de hacer cultura. En teoría, la geometría de la fragmentación, en especulación aparentemente de adelgazamiento del centralismo federal, cuya duda no recae ya sólo sobre CONACULTA, sino sobre eso que se llama esotéricamente Conaculta en los Estados, tal vez sugiera que el IVEC nuestro termine adoptando en esa perspectiva a largo plazo, la suerte de agotamiento presupuestal de los procesos en marcha. Luego entonces se vería, en la práctica, si la página histórica del IVEC es una libertad conculcada o no.
Según Paz, no podemos permitirnos la libertad. Por ello, Yo propongo al alcalde entrante, Dr Jon Rementería, la creación de una Fundación, por ejemplo, la Fundación Francisco J. Clavijero u otro al gusto del color regidor, que contenga un consejo formado, tal vez, por un representante de la comunidad artística, un representante del sector turístico, un representante del cabildo, un representante de la Sociedad de los Padres de Familia, o la zona escolar, y todos presididos por el voto de calidad del Presidente Municipal. Dicho Consejo tiene las mismas funciones que un Banco de Crédito Hipotecario, en el sentido que administra un fondo desprendido del presupuesto de egresos de la administración entrante y, cada mes, recibe y resuelve todo tipo de proyectos culturales de los actores locales en búsqueda de financiamiento. Finalmente, la obra elegida se hace un proyecto productivo que exige rentabilidad, es decir, se ganan las batallas y se llenan las arcas so pena de causar baja en la lista. La fundación detenta todos los derechos y al final de un año de ejercicio, se puede hablar de una colección literaria firme o un catalogo de pintores o una constante muestra escénica de teatro o danza y un Festival Internacional. Y sí, arte y cultura también significan turismo, caracol aventurero a la orilla de la playa. Todos ganan.
Debo insistir que estas ideas en el iluminismo tienen ya trescientos años y esos trescientos años no han transcurrido en vano. El aparato está allí, pero el optimismo no puede vivir sin tuercas ni baterías renovables.
En teoría, permanecen los convenios entre Ayuntamiento e IVEC, la vigilancia del regidor del ramo y otros materiales humanos perecederos dedicados a la tarea primaria de hacer cultura. En teoría, la geometría de la fragmentación, en especulación aparentemente de adelgazamiento del centralismo federal, cuya duda no recae ya sólo sobre CONACULTA, sino sobre eso que se llama esotéricamente Conaculta en los Estados, tal vez sugiera que el IVEC nuestro termine adoptando en esa perspectiva a largo plazo, la suerte de agotamiento presupuestal de los procesos en marcha. Luego entonces se vería, en la práctica, si la página histórica del IVEC es una libertad conculcada o no.
Según Paz, no podemos permitirnos la libertad. Por ello, Yo propongo al alcalde entrante, Dr Jon Rementería, la creación de una Fundación, por ejemplo, la Fundación Francisco J. Clavijero u otro al gusto del color regidor, que contenga un consejo formado, tal vez, por un representante de la comunidad artística, un representante del sector turístico, un representante del cabildo, un representante de la Sociedad de los Padres de Familia, o la zona escolar, y todos presididos por el voto de calidad del Presidente Municipal. Dicho Consejo tiene las mismas funciones que un Banco de Crédito Hipotecario, en el sentido que administra un fondo desprendido del presupuesto de egresos de la administración entrante y, cada mes, recibe y resuelve todo tipo de proyectos culturales de los actores locales en búsqueda de financiamiento. Finalmente, la obra elegida se hace un proyecto productivo que exige rentabilidad, es decir, se ganan las batallas y se llenan las arcas so pena de causar baja en la lista. La fundación detenta todos los derechos y al final de un año de ejercicio, se puede hablar de una colección literaria firme o un catalogo de pintores o una constante muestra escénica de teatro o danza y un Festival Internacional. Y sí, arte y cultura también significan turismo, caracol aventurero a la orilla de la playa. Todos ganan.
Debo insistir que estas ideas en el iluminismo tienen ya trescientos años y esos trescientos años no han transcurrido en vano. El aparato está allí, pero el optimismo no puede vivir sin tuercas ni baterías renovables.
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