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lunes, febrero 04, 2008

Carolina Cruz: La Cultura, en plazas y cantinas



La ley moral y el deber están por encima
de todo lo accidental humano.
José Vasconcelos

Cuando José Vasconcelos, luego del triunfo de la revolución, ocupó el cargo de Secretario de Educación, allá por la década de los 20’s , diseñó la primera política educativa y cultural de México, apropiada para la población del momento. Este hombre visionario, no podría creer que hoy, tras ocho décadas, su reforma haya sufrido tan pocas modificaciones y siga siendo en su gran mayoría la base en que se sustenta la política cultural del Estado.
El sistema educativo y el marco cultural de Vasconcelos era suficiente para las circunstancias nacionales; le dio un fuerte impulso a la cultura nacional rescatando sus valores populares y sociales: Para el filósofo era imprescindible aumentar la nomina de artistas, pretendía difundir la cultura a todo el pueblo promoviendo las artesanías, cantos y danzas populares; rescatar las raíces autóctonas e influir y dejarse influir por el arte indígena era una de sus premisas. Otra fue fomentar la pintura, la arquitectura y la música nacionalista. Así en sus dos vertientes se encontraban por un lado la cultura popular y la conservación de las tradiciones y por el otro, el aprecio por las bellas artes.
Durante ocho décadas la responsabilidad de ambos programas han recaído en manos del Estado, que por el aumento demográfico, la burocratización, el centralismo, la demagogia, el compadrazgo y presupuestos sistemáticamente más reducidos (para no seguir con un largo etcétera), se ha vuelto insuficiente e ineficiente, para satisfacer las demandas culturales y artísticas que una sociedad cada vez más compleja y diversa, le plantea al Estado.
Vasconcelos trajo a México educadores y artistas destacados que promovieran el aprecio por las bellas artes desde edades escolares, siempre consideró que la cultura era un mecanismo reinvidicador de la raza (a él se le debe el lema de la UNAM: “Por mi raza hablará el espíritu”) y cobijó a José Clemente Orozco y Diego Rivera, impulsando notablemente el muralismo mexicano.
Político, ensayista, educador y escritor, como buen intelectual que observa los acontecimientos sociales, políticos y económicos, fue un hombre sumamente crítico,
(tuvo que huir a Estados Unidos porque Venustiano Carranza quería encarcelarlo por sus duras críticas –como se ve desde entonces prevalecía en el sistema la persecución y el castigo a quien se atreviera a disentir y tener voz propia-).
Uno de los grandes problemas en nuestro país es la escasa formación estética de los mexicanos (lo que Vasconcelos atacó directamente, incluyendo la enseñanza de las humanidades en las universidades y las artes en las primarias); pero hasta ahora el Estado no ha podido encontrar los mecanismos para que México no se distinga nada más por sus mariachis, sus charros, Cantinflas y sus telenovelas protagonizadas por la Vero; pese a que hay un notable in crescendo de creadores.
Mientras no exista esa apreciación artística de parte de los ciudadanos (que debe ser incluida como asignatura desde la primaria), las instituciones tendrán que seguir bregando con los mismos públicos. Porque nadie mágicamente se levantará una mañana diciendo: “Oh, qué ganas tengo de escuchar hoy un concierto sinfónico” o, nadie verá nunca en el periódico un anuncio en la sección de empleos que diga “se solicita escritor o artista visual”.
El Estado seguirá paralizado al carecer de bases teóricas y sociopolíticas que se adecuen a la complejidad social y a la diversidad cultural de hoy; en tanto no asimile que no debe recaer únicamente en sus hombros la investigación, gestión, difusión, promoción, creación y desarrollo de toda la cadena cultural, que bien puede compartir y trasladar a la sociedad, seguirá dando bandazos a ciegas y locas. Y continuará recibiendo críticas de los artistas pensantes, que han entendido que sólo una reforma a fondo y una transición hacia la sociedad puede crear políticas eficaces.
Pero sobre todo, mientras desde el Estado, el gobierno y los municipios, no se establezca un puente con los grupos sociales, organismos, asociaciones, sociedades de artistas que no son únicamente público sino actores y gestores de la cultura local, en tanto no exista esa nueva forma de organización entre las políticas de Estado y la sociedad, las instituciones seguirán siendo incapaces e ineficientes para satisfacer las inquietudes y demandas.
Está demostrado que los grupos por sí mismos, son los que satisfacen las necesidades locales, porque los programas operativos anuales de las instituciones están comprometidos en actividades contraídas desde tiempos remotos y desde las alturas, y centralizadas y burocratizadas no gozan ni del tiempo, ni del presupuesto, para ver hacia sus propias localidades, a las manifestaciones y expresiones propias que deben fomentar, si quieren verdaderamente que México compita globalmente.Mientras eso sucede, los momentos de ocio y recreación del mexicano –que sigue careciendo de una educación artística formal-, serán para las mujeres, ir a los centros comerciales; y para los hombres, el futbol y las cantinas.

2 comentarios:

Letras Educativas dijo...

Magnífico ensayo Carolina.
¡Felicidades!

Armando Rojano

Anónimo dijo...

José Vasconcelos, amigo de España