I
Aquí lo único que crece son las mareas
Y la distancia que separa cada isla.
II
En un inicio nuestro mundo fue plano
Bastaban trece pasos para sabernos
Pero vinieron las lunas y los ciclones
Se desbordaron los husos horarios
Se buscaban el uno en el otro
Fue así
con el nacimiento de los meridianos y paralelos
que la curva empezó a extraviarnos
Inventamos entonces
Los oráculos
El lenguaje
Y el paisaje en el que minotauros y cíclopes
Fundaban una ciudad nueva para que nosotros la pobláramos
de una descendencia cuyo único talento
era el arte de esperar.
III
Llovió durante 101 días con sus noches
Los peces aprendieron de la dulzura del agua
Caligrafía que nada dice
La mirada aguarda que escampe
Pero es otra la vocación de los porteños
Abrirse a las herramientas de navegación
es la única opción cuando la luz se nombra líquida
Y nos obliga a beberla para salvarnos del olvido.
IV
En este barco no hay brújulas
Sólo espejos
y caleidoscopios
Cuando los arribos dejaron de ser el destino
La travesía fue habitada
Aquí lo que se multiplica son los anhelos de la infancia
Vamos de un círculo al siguiente
Te creo en salitre
para que las olas no me arrebaten esta necesidad de reencuentro
V
Los pezones son mirillas
donde el corazón empina su deseo de desdoblarse
VI
La memoria del aliento
apenas una huella sin edad
No hay etiquetas que signen tu partida
El bouquet se hace cuerpo
Entre acentos hilados en la tormenta
Y ocres y azules
Que si es viernes
Nos matizan la piel
VII
Nos hundimos para reconocernos
Para hablarnos dulcemente
Mientras el fluir de las horas nos arranca
La posibilidad y la desnudez
VIII
La duermevela se llena de fragmentos
El cíclope sueña en singular.
2 comentarios:
A qué bueno poema. El regreso al mito. Hace falta crearlos y este poema lo hace muy bien. comienzo a pensar que todo nació en Veracruz como la alegría.
Coincido con mi compadre. Sólo una cosa: El cíclope sueña en singulares sucesivos. Salud Marisol!
Publicar un comentario