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martes, marzo 04, 2008

Comentario: Carlos Montemayor su último libro




La insurgencia nada tiene que ver
con el carácter “violento” de la humanidad


■ Mientras la injusticia y la desigualdad no cambien, esos movimientos seguirán apareciendo, dijo ■ La charla devino intercambio de ideas entre el colaborador de La Jornada y el público
Fernando Camacho Servín


En la medida en que las condiciones de injusticia, desigualdad y represión no cambien, los movimientos guerrilleros seguirán apareciendo de forma inevitable en el mundo.
La razón es muy sencilla y no tiene nada que ver con el carácter “violento” de la humanidad: cuando no se tienen más opciones, se mata para no morir.
Con la premisa anterior, el escritor y analista político Carlos Montemayor elaboró un conjunto de ensayos sobre temas como la guerra sucia, la seguridad hemisférica, la lucha armada y el terrorismo, reunidos en el libro La guerrilla recurrente (Random House Mondadori), que fue presentado la noche del domingo en la jornada final de la versión 29 de la Feria Internacional del Libro del Palacio de Minería.
La expectativa de escuchar a Montemayor, acompañado de la periodista Carmen Aristegui –quien finalmente no asistió– hizo que el espacio resultara insuficiente para la cantidad de personas que llegaron con una hora de antelación.
Y tanto fue el interés por la presentación, que los reclamos de quienes se quedaron afuera ya empezaban a tener visos de un pequeño motín, aunque el autor supo “desactivar la bomba” con la sencilla idea de dejarlos pasar, lo cual fue agradecido con aplausos.
A partir de ese momento, la charla se convirtió en un intercambio de ideas entre Montemayor y un público entusiasmado que ahora lo rodeaba, y al cual por momentos se dirigió de pie, micrófono en mano y de buen grado.
Uno de los primeros puntos que subrayó el también poeta y traductor, fue la manera en que el lenguaje es deformado para adormecer la mente del pueblo. Quienes se han organizado en guerrillas y otros movimientos de liberación popular, son llamados “bandidos”. Fue el caso de Zapata, de Lucio Cabañas, de los partisanos que combatieron a Mussolini en Italia.
Ahora, los gobiernos de Estados Unidos e Israel han impuesto el término de “terroristas”, y al mismo tiempo que se dicen víctimas de ellos, cometen o avalan “crímenes sin progenitora” en Latinoamérica, Medio Oriente o cualquier otro punto del orbe, dijo.
El libro también analiza cómo, siguiendo las órdenes de Washington, el Estado mexicano ha puesto al Ejército a cumplir tareas policiacas, exponiéndolo al poder de corrupción del crimen organizado y lanzándolo para reprimir los brotes de descontento social, cada vez más frecuentes.
Marasmo social
En otro capítulo, Montemayor habla sobre los más recientes descubrimientos en torno a la matanza de estudiantes del 2 de octubre de 1968, basándose en documentos desclasificados por Estados Unidos y material fílmico desconocido hasta hace poco, que fue analizado por Carlos Monsiváis y Julio Scherer en el libro Parte de guerra: Tlatelolco 1968.
Finalmente, el también colaborador de La Jornada hace una reflexión sobre la recién desaparecida Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), y el papel que jugó en el encubrimiento de los responsables de la llamada guerra sucia en México, sobre todo, en los años 60 y 70.
El tiempo apenas alcanzó para que el escritor respondiera algunas preguntas del público. Advirtió entonces que a pesar del estado de “marasmo social”, el hartazgo puede llegar a un nivel en el que cualquier descuido provoque un incendio y, por tanto, una escalada en el nivel de represión. Al ser un “pueblo aguantador”, México no parece llegar nunca al punto en el que se desborda. “No creo que necesitemos más para sentir esa asfixia, y tal vez lo único que la pueda evitar sea un cambio de actitud de la ciudadanía”, concluyó.

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