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domingo, marzo 02, 2008

Nancy Alejandra Ortiz Ochoa: Paris: Crónica de un viaje anunciado



La llegada

A París llegué en autobús, un autobús más corriente que común, incomodo, sin baño y que hacía paradas innecesarias, es obvio suponer que es más barato que el tren y el avión. La ventaja de viajar por Europa es que en unas cuantas horas uno ya se encuentra en otro país, así que el martirio no dura mucho tiempo.
La terminal parisina es caótica y un poco sucia como casi todas las terminales de las grandes ciudades. Fue relativamente sencillo viajar en el metro parisino pese a no saber francés, el metro es bastante caro en comparación al que tenemos en el DF, así que uno no puede darse el lujo de andarse equivocando.
Lo más complicado del arribo era cargar la mochila de viajero, no la recomiendo para viajes largos, uno termina deseando que se la roben para no cargar más. Jure que la próxima vez que anduviera de mochilera lo haría con maleta de rueditas.
Me hospede en un modesto hotel frente a la estación del metro Pasteur, cerca de Montparnasse. Maurice (el recepcionista) ya tenía mi pequeño cuarto apartado, con vista al boulevard Pasteur, era cómodo y relativamente barato, era una ventaja poder contar con baño y agua propia. Según me han dicho eso es un lujo en París.

El Sena

Lo primero divertido que hice fue caminar por la orilla del río sena. No se, tal vez iba un poco cansada pero el río Sena me pareció algo ordinario, sobre todo viviendo en Veracruz donde los ríos olorosos y revueltos abundan. Claro, no todos los ríos tienen el gusto de atravesar París, por ello el Sena parece ser mirado con otros ojos.
A las orillas del río hay muchos pequeños cafés, negocios de souvenir, librerías de viejo, boutiques, galerías, restaurantes y demás. A las orillas se juntan personas que hacen teatro callejero, o quieren vender algunas de sus obras de arte. El atardecer al rededor es bonito, sobre todo por el ambiente cosmopolita que se vive. Los turistas se encuentran, intercambian sonrisas y miradas como si compartieran el mismo pensamiento, seguramente sí. ¡estoy en París!
Lo turistas se distinguen fácilmente por ser ellos los que no andan con prisas ni traen mala cara. Mucho se ha dicho sobre las actitud de los parisinos, que son hoscos, no les gusta perder el tiempo en cortesías, les choca que les hables en ingles y demás, todo cierto, sin embargo, también hay parisinos amables, coquetos y dispuestos a brindarte su ayuda si les hablas en español.
Por la noche la cosa se pone aun más bonita, París es más bella de noche. El Sena se llena de embarcaciones luminosas que ofrecen servicios de bar y restauran, el romanticismo deambula por el Sena. El romanticismo al alcance por unos cuantos euros.

La torre
La famosa torre Eiffel, ubicada en avenue Gustave Eiffel no es tan hermosa de día como de noche. Por la noche brinda un espectáculo de luces que dura 15 minutos cada hora. Es espectacular, bajo la torre los jóvenes parisinos se juntan a convivir, sacan sus botellas de vino, quesos, cantan y demás, todo muy bohemio. Los estereotipos a la orden del día.
Tengo que confesar que antes de subir la torre no me pareció tan espectacular. Mientras hacía una fila que duró más de dos horas para poder subir hasta el top me preguntaba si la torre no formaba parte de una construcción social, un símbolo de glamour y romanticismo, fetichismo puro, pensaba que realmente había visto cosas mucho más bonitas y baratas que la torre, sin hacer tanta fila ni esperar tanto. Llegue a pensar que sólo quería subir para poder decir que estuve ahí, pero realmente no me parecía tan espectacular mientras esperaba, el color me decepciono un poco, no sabía si ese era su color original o si estaba cubierta por polvo. Llegue a la conclusión de que si la torre hubiera sido colocada en otro país probablemente no hubiera tenido el mismo éxito. Pensé en todo ese valor agregado, todas las cuestiones simbólicas que representa y conforman nuestro sistema de creencias. Tuve el mal tino de expresar mis pensamiento con una persona que desde la infancia soñaba con subir a la torre y me mando por un tubo, me dijo que cómo podía pensar eso, que la torre era bonita, porque era bonita, y que le gustaba porque era bonita. Y que mis reflexiones las dejara para otro momento, para otro lugar donde no fuera tan caro estar. Para cuando estuviera con mis amigos raros que les gusta cuestionarse todo.
Vapuleada me puse a observar a la gente, mucho asiático, frente a mi estaba una familia conformada por un caucásico y una oriental, con 4 hijos: 1 varón, 2 jovencitas y una niña, las adolescentes eran una mezcla exótica entre un ingles y una vietnamita (sólo supuse las nacionalidades) las jóvenes parecían modelos de Bennetton, tan bellas que en cuanto podía trataba de mirarlas.
Nos anocheció haciendo fila para entrar y eso que en Verano oscurece después de las 9 de la noche. Finalmente entramos. Llegué el top y quise maldecirme por haber dicho que la torre me parecía fea. Tenía que penetrar la torre para convencerme de su belleza. París de noche visto desde la torre es espectacular, hubiera pasado ahí toda la noche de no ser porque mi tiempo estaba delimitado por el horario de la torre y del metro. Rápidamente bajamos como pudimos, en ascensor y por las escaleras para poder ver el espectáculo de luces que se da cada hora. Valió la pena el tiempo de espera, por fin veía la torre, tengo que confesarlo yo también soñaba desde niña que visitaba París, imaginario o no la torre por la noche es mágica, encanta y le prometes volverla a ver.

El Louvre

El museo es muy bonito, enorme y hermosa arquitectura, tal vez necesite de varias semanas para poder recorrerlo con detenimiento. A las afueras hay pedigüeños que cantan opera y tocan violín a cambio de algunas monedas, los estereotipos se confirman, todo lo parisino es chic.
El museo tiene obras bellísimas, por eso no entiendo la necedad de la gente de sólo querer ver la Gioconda, mejor dicho si lo entiendo, pero me molesta un poco. La Gioconda de Da Vinci no es ni por asomo la mejor obra de ese museo, ni la mejor ni la más espectacular, es una obra bastante pequeñita que casi nos la sabemos de pe a pa. En fin.
Cuando salí del Louvre, aun en el patio, saque una manta para manifestarme contra el fraude electoral que México acababa de pasar y los guardias de seguridad rápidamente corrieron a pedirme que guardara mi manta, sólo lo supongo pues no hablo ni jota de francés, así que camine unos cuantos metro y la volví a sacar pretextando que no había entendido nada. Se juntaron otros mexicanos y se tomaron una foto con la linda manta que hasta florecitas tenía, los guardias hicieron lo suyo y volvieron a pedirme esta vez en un tono más enérgico que guardara esa manta (lo volví a suponer) sólo atine a decir -¿no que estamos en un país donde los principales valores son la libertad, igualdad y fraternidad?- Los franceses no supieron que contestarme, bueno, tal vez ni siquiera supieron que les quise decir.

La despedida

Salí de parís en la madrugada, huí antes del amanecer para que no viera mi partida, tomé un mercedes que se decía taxi, paseamos un poco por Des Champs Elysees, algunos aun no se iban a dormir.
Llegamos al lugar donde nos recogería el autobús que nos llevaría al aeropuerto. Llegamos al aeropuerto ya por la mañana. Me subí a un avión más corriente que ordinario, donde a empujones hay que hacerse de un lugar, morder al de al lado para que te ceda el asiento que quieres. Como supondrán el avión era más barato que el tren. En fín. Me subí con un grupo de francófonos y me baje con el mismo grupo pero parlando italiano. En el aire se insertaron un chip para rápidamente cambiar de lengua. Me Impresiona la manera que tienen los europeos de comunicarse en varios idiomas, una conversación la pueden seguir hasta en 5 idiomas. En el fondo no envidio mucho esa cualidad, siento que no podría desarrollar mucho el pensamiento con tantos cambios de códigos.
París quedo atrás. Vi y disfrute más cosas, los edificios, los pastelitos franceses, las baguetes, la gentileza de los parisinos, las fuentes, las catedrales, la arquitectura, las esculturas, el ambiente, las librerías de viejo, las tiendas de discos, las boutiques, los centros comerciales, las botellitas de agua evian por 2.5 euros, el Internet por 5 euros la hora, la comida árabe, china, etc.
Hay muchas cosas en parís, se necesitan varios días para poder disfrutarla completamente. La ciudad sin duda es muy bonita, sin embargo creo haber estado en otras ciudades igual o más bellas. Claro, con estilos y personalidades diferentes




Nancy Alejandra Ortiz OchoaAlumna de Sociología SEA UV

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Los latinoamericanos nos conmovemos igual que los europeos ante la presencia de la Torre Eifel ? después de leer la crónica de Nancy, seguramente no, los latinos nacimos en países en subdesarrollo, con muchas carencias y problemas sociales evidentes y latentes, por ello también lo de manifestarse en plena sombra de Eifel, los europeos nos han vendido, tal vez, la construcción social de lo maravilloso del arte en Paris por medio del diseño y la tecnología, lo que si es verdad que el arte se aprecia desde cualquier origen geográfico del cual se nazca.
Excelente crónica, sobre todo por que me provocas una inmensa gana de conocer Paris desde otra versión, no la clásica que cuenta la mayoría, una alternativa en la que descubra algo nuevo de lo ya contado, por que Paris no es perfecto del todo” Me subí a un avión más corriente que ordinario, donde a empujones hay que hacerse de un lugar, morder al de al lado para que te ceda el asiento que quieres”.
Eso es lo que me gusta de tu crónica la forma en que llevas al lector hasta un final que llega y se va antes del amanecer, suspenso que deja un buen sabor para que vuelvas a Paris y nos cuentes mas.
Orazio Barmez

Anónimo dijo...

Hola nancy:

Te felicito por tu viaje y los comentarios tan originales que haces al respecto, pero lo que realmente admiro de ti (sin ser un "perrazo") es tu manifestaciòn abierta de tu postura, sobre lo que ocurre en nuestro querido Mèxico, porque en esta ocasiòn fuè una MANIFESTACIÒN INTERNACIONAL.

¡¡¡Vamos Nancy!!!

¡¡¡Muchos estamos contigo!!!

¡Hasta siempre!

Samuel Silva Coxcahua

Anónimo dijo...

me encantó tu crónica disfrute mucho leyendóla sobre todo porque me permitió evocar ciertos recuerdos e imágenes de Paris; conincido contigo en muchas cosas yo también no entendí porque todo mundo tiene que amontonarse frente a la Gioconda digo hay un chingo de obras de arte que ver en el louv pero bueno creo qu8e nuino necesita tiempo para poder apreciar todo el museo. Espero y puedas escribir otra cxrónica de viaje pero ahora de Italia ya que conozco ese país.
Saludos y te felicito un exquisito articulo que disfrute muchisimo.

Elga