En esta sociedad en la que 4 de cada 10 personas admiten no leer nunca pero en la que se publican 190 libros cada día... ¿Hay lugar para un tipo de lector inquieto, dispuesto a buscar alta literatura más allá del best-seller e, incluso, a pagar un precio por ello? Notables y dispares fenómenos del pasado 2007 como Vida y destino, de Vasili Grossman, y Las benévolas, de Jonathan Littlel, dos monumentales y exigentes acercamientos a la II Guerra Mundial; las obras de autores de culto recuperados décadas después de su muerte como Sándor Márai e Iréne Nèmirovsky; o las trayectorias de editoriales como Acantilado y Libros del Asteroide invitan a pensar que sí.
"Hay cierta decepción por la calidad literaria y se busca lo seguro"
"Son profesionales liberales y jóvenes que quieren más que cine y rock"
El mundo editorial emite señales de la existencia de un perfil de lector más sibarita. Hacia ese exquisito resquicio, copado hasta hace poco por pequeños editores, se han dirigido por ejemplo recientes esfuerzos de grandes como Alfaguara y su colección de Clásicos modernos en asociación con la revista The New York Review of Books. Y en esa misma dirección se encamina Backlist, el nuevo sello editorial que el Grupo Planeta pondrá en marcha en marzo.
"Vamos a por la gama media-alta del lector, con sentido de biblioteca; y ello, a partir de nuevas generaciones que se interesan por los clásicos y títulos recuperados del acervo cultural literario, que tuvieron su momento y ahora se han perdido en la vorágine de las novedades", apuntan al alimón el responsable de ficción del Grupo Planeta, Adolfo García Ortega, y el director de Backlist, Daniel Cladera, tras ocho meses de trabajar en ese proyecto.
La intención es continuar la estela de editoriales como Acantilado o Salamandra, pioneras en buscar ese perfil de lector, que ahora parece abundar más: Jaume Vallcorba, propietario-editor de Acantilado, constata que en los últimos años la casa, creada en 1999, "está registrando incrementos de facturación de un 40% anual".
Sigrid Krauss es directora literaria de Salamandra, la firma tras los fenómenos de Márai (se han vendido 600.000 ejemplares de los libros de este autor húngaro ignorado por el público español durante décadas) o Nèmirovsky (escritora de origen judío, asesinada en Auschwitz en 1942 y de cuya recuperada novela, Suite francesa, se han colocado 80.000 copias). Reconoce que en los dos últimos años ha incrementado ventas: "Si antes, el título que menos funcionaba apenas llegaba a las 2.000 copias, ahora las dobla".
¿De dónde salen y quiénes son estos lectores? Hay consenso en atribuir al propio sector la causa primera del fenómeno. "Se ha sobrepublicado sin atender mucho a la calidad, casi pensando en los no-lectores. Y eso habría decepcionado a los lectores militantes, que ahora buscarían valores más seguros", apunta Krauss. "Hay un agotamiento del best-seller apoyado sólo en un gran lanzamiento comercial. Una línea de más riesgo literario llena un hueco claro", añade Joan Riambau, de Galaxia Gutenberg, editora de Vida y destino, fresco antiestalinista de 1.200 páginas que, con 50.000 ejemplares vendidos -sólo en librerías-, ilustra bien esta realidad.
"Hay sobreoferta, pero hoy tenemos menos competencia de libro serio", apunta Carmen Esteban, directora editorial de Crítica, que ha facturado "un 15% más en el 2007" y que goza de un par de fenómenos recientes: 25.000 unidades del ensayo El mundo clásico, de Robin Lane Fox (820 páginas, 36 euros) y 8.000 en tres meses de Las guerras de Dios (1.200 páginas) sobre las Cruzadas.
A tanto mimo hacia el lector exigente, Riambau y Krauss añaden el interés por la memoria de la tragedia del siglo XX, con la II Guerra Mundial como tema estrella, y que explicaría, por ejemplo, que Las benévolas esté entre las obras más vendidas de este invierno.
El retrato robot de estos lectores es, según Vallcorba: "Profesionales liberales o gente con ciertos estudios, por un lado, y un público joven nuevo que no sólo quiere música rock y cine". De ahí que, según el editor, "no les importe pagar 58 euros por los ensayos de Montaigne; incluso desembolsarían un 50% más". "No quieren leer en formato bolsillo; también hay un elemento fetichista, de libro bien editado con sobrecubierta", añade Ortega. Riambau pone el contrapunto: "También vendemos en grandes almacenes y es que Internet ensancha ese mercado. Y no olvidemos que los agentes primordiales para estas obras son los libreros y la prensa". Es decir, sus recomendaciones y el necesario boca-orejan.
En ese caldo de cultivo, Backlist (en inglés, libros de fondo de un autor) desembarcará con tres líneas, alimentadas en parte del fondo más literario de los sellos del Grupo Planeta. La primera será de autores de la primera mitad del siglo XX, que mezclará ficción y ensayo, con 15 títulos al año y a 23 euros. Ahí estarán James Agee (Elogiemos ahora a hombres famosos), Isaac Babel (Diario de 1920) y J. A. Cronin (La ciudadela). Una segunda línea de ediciones lujosas recuperará parte de la mítica Clásicos Universales de Planeta (Dante, Gógol...), a 30 euros; y una tercera se basará en esos volúmenes gruesos con diversas obras de un autor (toda la narrativa de Borges; dietarios de Pla...), a 45 euros.
Visto el filón, Salamandra se plantea editar en tapa dura las obras de Márai; y Galaxia, tres libros más de Grossman. Mientras tanto, Vallcorba alerta desde su condición de pionero: "No se puede publicar mucho, ni todo o lo vamos a estropear. Sólo las voces que iluminen el presente y en traducciones directas y de ediciones óptimas". Empieza una exquisita batalla en el sector editorial.
"Hay cierta decepción por la calidad literaria y se busca lo seguro"
"Son profesionales liberales y jóvenes que quieren más que cine y rock"
El mundo editorial emite señales de la existencia de un perfil de lector más sibarita. Hacia ese exquisito resquicio, copado hasta hace poco por pequeños editores, se han dirigido por ejemplo recientes esfuerzos de grandes como Alfaguara y su colección de Clásicos modernos en asociación con la revista The New York Review of Books. Y en esa misma dirección se encamina Backlist, el nuevo sello editorial que el Grupo Planeta pondrá en marcha en marzo.
"Vamos a por la gama media-alta del lector, con sentido de biblioteca; y ello, a partir de nuevas generaciones que se interesan por los clásicos y títulos recuperados del acervo cultural literario, que tuvieron su momento y ahora se han perdido en la vorágine de las novedades", apuntan al alimón el responsable de ficción del Grupo Planeta, Adolfo García Ortega, y el director de Backlist, Daniel Cladera, tras ocho meses de trabajar en ese proyecto.
La intención es continuar la estela de editoriales como Acantilado o Salamandra, pioneras en buscar ese perfil de lector, que ahora parece abundar más: Jaume Vallcorba, propietario-editor de Acantilado, constata que en los últimos años la casa, creada en 1999, "está registrando incrementos de facturación de un 40% anual".
Sigrid Krauss es directora literaria de Salamandra, la firma tras los fenómenos de Márai (se han vendido 600.000 ejemplares de los libros de este autor húngaro ignorado por el público español durante décadas) o Nèmirovsky (escritora de origen judío, asesinada en Auschwitz en 1942 y de cuya recuperada novela, Suite francesa, se han colocado 80.000 copias). Reconoce que en los dos últimos años ha incrementado ventas: "Si antes, el título que menos funcionaba apenas llegaba a las 2.000 copias, ahora las dobla".
¿De dónde salen y quiénes son estos lectores? Hay consenso en atribuir al propio sector la causa primera del fenómeno. "Se ha sobrepublicado sin atender mucho a la calidad, casi pensando en los no-lectores. Y eso habría decepcionado a los lectores militantes, que ahora buscarían valores más seguros", apunta Krauss. "Hay un agotamiento del best-seller apoyado sólo en un gran lanzamiento comercial. Una línea de más riesgo literario llena un hueco claro", añade Joan Riambau, de Galaxia Gutenberg, editora de Vida y destino, fresco antiestalinista de 1.200 páginas que, con 50.000 ejemplares vendidos -sólo en librerías-, ilustra bien esta realidad.
"Hay sobreoferta, pero hoy tenemos menos competencia de libro serio", apunta Carmen Esteban, directora editorial de Crítica, que ha facturado "un 15% más en el 2007" y que goza de un par de fenómenos recientes: 25.000 unidades del ensayo El mundo clásico, de Robin Lane Fox (820 páginas, 36 euros) y 8.000 en tres meses de Las guerras de Dios (1.200 páginas) sobre las Cruzadas.
A tanto mimo hacia el lector exigente, Riambau y Krauss añaden el interés por la memoria de la tragedia del siglo XX, con la II Guerra Mundial como tema estrella, y que explicaría, por ejemplo, que Las benévolas esté entre las obras más vendidas de este invierno.
El retrato robot de estos lectores es, según Vallcorba: "Profesionales liberales o gente con ciertos estudios, por un lado, y un público joven nuevo que no sólo quiere música rock y cine". De ahí que, según el editor, "no les importe pagar 58 euros por los ensayos de Montaigne; incluso desembolsarían un 50% más". "No quieren leer en formato bolsillo; también hay un elemento fetichista, de libro bien editado con sobrecubierta", añade Ortega. Riambau pone el contrapunto: "También vendemos en grandes almacenes y es que Internet ensancha ese mercado. Y no olvidemos que los agentes primordiales para estas obras son los libreros y la prensa". Es decir, sus recomendaciones y el necesario boca-orejan.
En ese caldo de cultivo, Backlist (en inglés, libros de fondo de un autor) desembarcará con tres líneas, alimentadas en parte del fondo más literario de los sellos del Grupo Planeta. La primera será de autores de la primera mitad del siglo XX, que mezclará ficción y ensayo, con 15 títulos al año y a 23 euros. Ahí estarán James Agee (Elogiemos ahora a hombres famosos), Isaac Babel (Diario de 1920) y J. A. Cronin (La ciudadela). Una segunda línea de ediciones lujosas recuperará parte de la mítica Clásicos Universales de Planeta (Dante, Gógol...), a 30 euros; y una tercera se basará en esos volúmenes gruesos con diversas obras de un autor (toda la narrativa de Borges; dietarios de Pla...), a 45 euros.
Visto el filón, Salamandra se plantea editar en tapa dura las obras de Márai; y Galaxia, tres libros más de Grossman. Mientras tanto, Vallcorba alerta desde su condición de pionero: "No se puede publicar mucho, ni todo o lo vamos a estropear. Sólo las voces que iluminen el presente y en traducciones directas y de ediciones óptimas". Empieza una exquisita batalla en el sector editorial.
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