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jueves, abril 03, 2008

Cristina Caballero: MIX



Un saludo desde el Distrito Federal. Me llamo Cristina Caballero Betancourt y estuve en los talleres de la Salvador Diaz Mirón por los años de 1988-90, tanto con Ignacio García como con Arturo García Niño. Luego vine a estudiar psiquiatría a la capital y me quedé desde el 91 hasta la fecha.Trabajo como psiquiatra, pero he continuado en talleres literarios y recientemente publiqué un poemario (Terra Amatha) que fue presentado en febrero allá en el puerto, en el CEVART. Este mensaje es para manifestarles el gusto de volver a saber de antiguos maestros. Y para contarles que estoy escribiendo una novela que empecé en aquellos tiempos a partir de unos ejercicios que puso Arturo de trabajar con los sueños, lo curioso es que esa novela habla de los Elementos, y de un Reino y me gustaría ir compartiendo con ustedes algo de esto, si es que no resulta abrumador. Mi intención no es publicarlo por ahora, aunque pienso este año sacar el primer libro (pues creo que se trata de una saga) en la misma editorial que publiqué mi poemario. por ahora, les transcribo un cuento breve y un poema que hice hace algún tiempo:

AQUELLA GOLONDRINA DEL FIN DEL MUNDO

Siempre creí que algún día todos moriríamos. Pero nunca, hasta que llegó cierto momento, pude entender que había dado de frente con una verdad amurallada. Esa mañana, miré hacia arriba, donde ya el carro de las sombras iba terminando su recorrido; un ave de plumas ahorquilladas pasó también, mientras todo lo que había sido añil, se aclaraba al mismo tiempo que las estrellas desaparecían una a una. El Viento Norte cruzó de pronto, a través de las largas alas de aquella golondrina inexplicablemente sola, y en los dinteles de todas las puertas y en el tímpano de la entrada principal su vuelo arrojó polvo refulgente, despertando al ángel que había permanecido en el umbral durante dieciséis mil cuatrocientos veinticinco siglos.

Los hombres se levantaron como cada mañana para ir a cualquier parte a hacer lo que todos los hombres saben hacer, y aunque escucharon al ángel probar su espada de fuego en la penumbra de esa primavera sin retorno, no se detuvieron. Luego, todo desapareció ante mis ojos, se fue como un espejismo; y al ver morir a aquellos hologramas malditos (no creados por el dios de las máquinas), yo -finalmente-, supe quién era.


HIMNO NEGRO PARA UN PLANETA FERAZ

Desde el buche del pájaro amarillo
en la tierra natal de los sin nombre

te llama Carline
la forastera

yo que doy vueltas a la llave
busco más allá de Roslin

veinticinco días de Gracia
la lluvia cubrió el viento de amapolas
y nosotros
con espigas de un país
que ya no existe

huimos siempre desde entonces
reos
en la voz del elefante
presos en el cuerpo del venado

y al cazar y al cosechar
n la isla de los cerdos

somos lobos



bestias ciegas

que medran

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