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lunes, mayo 12, 2008

Carolina Cruz: El Ángel adicto



....El ángel se escanció por mi ventana como si fuera vino, en un amanecer simulaba lunas de tres copas, escurridizo. Dijo que era el ángel negro de los justos y la fuente de la aguas y no estaba dispuesto a redimir al mundo. Tenía alas de roja porcelana, oídos muy finos. Su cuerpo era giratorio y todo en él llovía, Cuando penetró en mi cama todo se inundó, nadando hicimos el amor y miles de algas bañaron nuestros cuerpos (de vez en cuando volaba y sus alas astillaban desde lejos). Cada que se dejaba venir sobre mi cuerpo hipnotizado parecía tomar forma de mar violento, mis senos espumas agitadas por la marea, mis piernas olas estremecidas por el deseo.
....Era un ángel divertido, se colgaba de las lámparas y bebía de su copa que derramaba por la casa que ya parecía río.
....“Tengo hambre de sangre” –gritaba el ángel, y parecía un cielo inmenso cubierto de peces marinos. Todo se tiñó de rojo y todo se volvió vino. Bebimos y bebimos; agitaba sus alas negrirojas y cuando nos amábamos pegaba de brincos. Estaba verdaderamente enloquecido (los ángeles no son aguantadores en eso de beber vino).
....Empezaba a cobrarle afecto cuando se le paso el efecto de la embriaguez y su amor se convirtió en una copa que vertía a duras penas gotas de vino. Verdaderamente muy aburrido. Así que marqué el número de emergencias celestiales y esperaba le dieran un juicio verdadero y justo (después de todo me había provisto una buena cantidad de vino). De pronto inició a llorar con todas sus aguas y suplicaba en árabe (que es la lengua que Dios utiliza para dirigirse a los ángeles descarriados) que no lo devolvieran al paraíso, que allá no había vino. Al amanecer estaba huraño y llovió poca sangre (o poco vino).


....Cuando la guardia celeste llegó por él se encontró un vampiro.


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