Habito la noche
Habito la noche culebra
con la manos atadas al hombre
que me generó.
En un patio de arena largo como el mar,
gitano el rumbo que sopla el viento,
y me mareo y me pierdo.
Siento un lejano albor asomarse
desde adentro de mi pecho o mi garganta.
Señor de las flores y del sol
enciende Tu vela de rosa
en mi corazón.
Habito la noche murciélago
con el tiempo atado al ángel
de las tinieblas.
En un campo sembrado de sangre,
yace en asfixia el espantamurciélagos, mientras
en la clepsidra sigue bajando el sílice.
Oigo un solitario aire de acordeón,
un resoplido angosto, en mi pulmón derecho.
Señor del pájaro y la luna
sube este canto disonante
a las alturas.
Por descendencia, habito la noche,
con mi libertad detenida en los puños,
ciega. Señor, saca estos ojos del palmo
apretado, admítelos a la luz de Tu rostro.
Habito la noche culebra
con la manos atadas al hombre
que me generó.
En un patio de arena largo como el mar,
gitano el rumbo que sopla el viento,
y me mareo y me pierdo.
Siento un lejano albor asomarse
desde adentro de mi pecho o mi garganta.
Señor de las flores y del sol
enciende Tu vela de rosa
en mi corazón.
Habito la noche murciélago
con el tiempo atado al ángel
de las tinieblas.
En un campo sembrado de sangre,
yace en asfixia el espantamurciélagos, mientras
en la clepsidra sigue bajando el sílice.
Oigo un solitario aire de acordeón,
un resoplido angosto, en mi pulmón derecho.
Señor del pájaro y la luna
sube este canto disonante
a las alturas.
Por descendencia, habito la noche,
con mi libertad detenida en los puños,
ciega. Señor, saca estos ojos del palmo
apretado, admítelos a la luz de Tu rostro.
¿Serás pulpable, mi amor?
Tímido y remisivo en el estanque,
Abdopus Aculeatus en su vida secreta
es un insalvable enamorado.
Investiga las féminas con lujuriosa paciencia
hasta elegir –¡ésa es mi hembra!-
la toma entre sus múltiples brazos
y la posee hasta la locura. La ama,
la cubre una y otra vez con pasión,
de día, de noche, día tras día…
se mosquea con sus rivales: los tentáculos
tendidos, listo para desatar el látigo
si algún malandrín mira a su presa,
a su exuberante y amada hembra.
Porque ha de ser amante y madre,
bella y generosa, la octópoda
encarcelada que él poblará antes
de volver tímido y remisivo por el estanque.
El pulpo, mi amor, es un exquisito macho latino.
Tímido y remisivo en el estanque,
Abdopus Aculeatus en su vida secreta
es un insalvable enamorado.
Investiga las féminas con lujuriosa paciencia
hasta elegir –¡ésa es mi hembra!-
la toma entre sus múltiples brazos
y la posee hasta la locura. La ama,
la cubre una y otra vez con pasión,
de día, de noche, día tras día…
se mosquea con sus rivales: los tentáculos
tendidos, listo para desatar el látigo
si algún malandrín mira a su presa,
a su exuberante y amada hembra.
Porque ha de ser amante y madre,
bella y generosa, la octópoda
encarcelada que él poblará antes
de volver tímido y remisivo por el estanque.
El pulpo, mi amor, es un exquisito macho latino.
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