No es lo mismo una TV pobre que pobre TV
Estimada Madame Carolina Marquesa del Parque Zamora:
Si cualquier sábado decide disfrutar de los placeres de la noche hasta altas horas de la madrugada y despierta en la mañana, no tiene el menor deseo de abandonar la cama y opta por ver todo el día la televisión, seguro sus males provocados por la cruda se recrudecerán aún más.
Claro, no es una generalidad de hábitos, más conociendo sus preferencias para aprovechar lo mejor posible el tiempo, pero yo sí lo hice y la verdad fue una pesadilla.
Para empezar, aún caminaba a las 7:30 de la mañana por la Plaza Lerdo de Xalapa (vale recordar que vivo en la Antenas veracruzana) y pensé que los efectos de los elíxires me estaban provocando ver un Godzilla (¿el Dios de los zillas?) encaramado en la única torre completa de la catedral xalapeña, pero no, era un foto monumental del nuevo obispo que seguro provocará las delicias de sus feligreses. El repiqueteo de las campanas y esa imagen de cine fantástico japonés me provocaron náuseas.
Llego a mis aposentos, enciendo el televisor y Chabelo estaba ahí, perenne, como santa misa ineludible, catafixiando las ilusiones de niños y padres de familia en su megacomercial de tres horas por el canal de las estrellas. Paso a TV Azteca y las sandeces son su divisa. Más náuseas.
Entre que me dormía y no, alcancé a ver a El Chavo en caricaturas, más grotesco que los comentarios del ideólogo Roberto Gómez Bolaños al Guernica de Picasso. Después, los infumables comentaristas de Televisa Deportes y su “tecnología televisa” apta para mentes educadas por las voces de vendecolchas del Perro Bermúdez y compañía. ¿Será tan difícil entender la trayectoria de un balón pateado por un futbolista? Más náuseas.
Pero mis males se acrecentaron cuando en la tarde, según yo repuesto de la refriega sabatina, veo por TVMás una producción llena de pobreza (me refiero a la calidad): Al calor del baile. Era una grabación de “festejo” en el Museo del Transporte con la conducción de ¡Joe de Lara! Ver eso es como presenciar un submundo donde lo grotesco es elevado a la calidad de cultura.
Dirán los dilectos creadores de los nuevos programas de la televisión roja (por el color distintivo, claro) que “es lo que divierte a la gente”. Si es así, qué baja anda la autoestima del teleauditorio.
Todo el compendio de la submúsica y sus subgéneros tropicales y gruperos aparecen ahí. La escenografía es pobre, el manejo de cámaras es limitado (claro, el lugar y los grupos no dan para más), las agrupaciones musicales destilan pobreza en sus propuestas y el lenguaje de Joe de Lara y su acompañante Michaelle Arano se llena de lugares comunes.
Le diré que los grupos musicales que aparecen no tienen mayor propuesta que la chunchaca y la música grupera que son combinados para rellenar el horario con videos que tienen la misma tónica: demostrar fehacientemente que es posible empeorar lo que de por sí es malo. Sólo hay que checar los movimientos del llamado “pasito duranguese”, los bailadores parecen peleles desarticulados (aclaro que no es connotación política) moviéndose arrítmicamente al compás de la monotonía de los sonidos. O bien, aparecen los reyes de lo grotesco, Los Caracoles, refriteándose éxitos de Chico Ché o bien un tal Nelson Kancela (otra “virtud”: hacer pedazos la ortografía) cantando su éxito “¡Cómo se mata el gusano!”
No dudo que exista gente que le guste el estilo de José Islas Lara (Joe de Lara) que pulió en Bazar del Hogar de Telever ni la submúsica que transmite la Máquina Tropical, pero que el canal de televisión estatal haga eco de esas propuestas es preocupante. Los medios de comunicación comerciales abaratan y destruyen la cultura popular buscando el lucro, sin importar que difundan basura siempre y cuando les reditúe ganancias. Ese objetivo lo tienen muy claro y si junto con ello se promueve la falta de crítica, la superficialidad, la educación ramplona y el fomento a la manipulación, mejor, la sociedad se convierte en una masa con ideas limitadas.
Que un medio de comunicación público ingrese a esa forma de hacer televisión, es prender los focos rojos de lo que puede venir. Por supuesto que no tenemos ese ejercicio como ciudadanos, pero debería de existir un comité de televidentes que nos permita influir en la programación, pues al fin de cuentas, TVMás existe gracias a nuestros impuestos y como tal deberíamos de exigir calidad en los contenidos.
No se puede juzgar a TVMás por un solo programa, pues hay otra producciones rescatables y equipos de productores y conductores que nos ofrecen propuestas interesantes que realmente son útiles para el teleauditorio, pero si la renovación de programación está en copiar lo peor de la televisión comercial estaremos viendo el inicio de la degradación de la producción televisiva de la Atenas Veracruzana por lo que no debería de extrañarnos que pronto veamos llenando la pantalla a tan ilustres personajes de la escuela Joe de Lara como Sumiko Mizuko y la UVA.
Según le entendí al sublime Joe de Lara, estaría sólo unos programas. Ojalá san Hipólito nos haga ese milagro y más aún, si de divertir a través del baile se trata, ilumine a los productores y nos ofrezcan mejores opciones.
Las náuseas continuaron.
Un abrazo
Conde de Saint Germain, duque de Los Berros y vizconde del California Dancing Club
Conde de Saint Germain, duque de Los Berros y vizconde del California Dancing Club
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