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viernes, agosto 31, 2007

Ignacio García: Lo que el poder oculta




Creo que fue Octavio Paz quien aseveraba que si un líder político leyera por lo menos un libro de poesía al año, sería mejor gobernante. No veo, quién de los tres candidatos a la alcaldía de Veracruz que acudieron este jueves 23 de agosto, haya leído libro alguno; mucho menos la doblemente sustituta del PRI Celia Mijares, quien se exhibió ante un medio centenar de artistas e intelectuales (los demás que llenaron la sala eran “porra” de Pepe Tello, candidato de la Alianza por el Bien de Todos) como una verdadera ignorante del rubro: ojalá y no llegué a sustituir al “disculpado” Jon Rementería: éste por lo menos debió haberse leído dos tres libros de medicina y aprendido de memoria el juramento de Hipócrates.

Decir que Julio Saldaña (PAN) ha leído algo, da a pensar que sí: quizá un tratado sobre la intolerancia y como aplicarla. Porque de pronto, olvidando que estaba en un debate y que en el tal existía una moderadora, él, ya aleccionado por la cofradía de El Yunque, asumió el papel de impostor y trató de callar al candidato de la Alianza…Nomás porque sí; porque esa es la forma en que se le va enseñando. Imagínese el lector: si eso hace Saldaña en una sala cerrada, con 50 intelectuales metidos allí, y en los terrenos de un diario local de prestigio, qué no va a hacer, no sólo con la cultura, sino con todo lo demás que, quiere, abarque su gestoría como alcalde.



Pero vamos al grano. Estoy seguro que ninguno de los casi cincuenta intelectuales allí presentes, fue víctima de abuso y agresión a su inteligencia. Y no lo fue, porque el discurso ya se sabe que los tres candidatos (así como la experiencia de alcaldías anteriores hecha de distintos colores, y la misma historia) demostraron que son eso: políticos. Hombres cuyo lema “servir” no dice ni sabe lo que es en lo tal. ¿Servir para qué o a quienes? ¿Servir para saquear las arcas del Palacio y acomodar a los suyos en puestos que les quedan como el traje de Clavillazo”. Ya Roland Barthes aseguraba que “todo hombre con poder, miente” Debe mentir a menos que quiera fracasar en sus aspiraciones de llegar a él. El político requiere de “maquillar” su discurso. Y, paradójico: si va abajo en las encuestas, maquilla con desesperación; si va arriba lo hace con impunidad. Esto lo demuestra la insistencia de los tres candidatos por aferrarse a entender que “cultura” equivale a “turismo” (Sergio Peregrina y otros se lo restregaron en la cara a cada uno de ellos) Y cierto. Para la mentalidad política la cultura es un mal que hay que soportar…hasta que esa “cultura”, convertida en ganancia bruta, les reporte beneficio. Toda una contradicción, porque la cultura en Veracruz, la hacen los que ese día estábamos allí y, les juro a los tres candidatos: no tenemos beneficio monetario alguno que les podamos otorgar.
Se habló de remodelar, de re-ingenierizar, de poner letreros, de ampliar o reducir el centro histórico, de sí o no hacer del Parque Zamora un negocio privado (que lo es) etc. Casi todo el discurso (tal vez Pepe Tello se medio salvó) terminaba con una frase monetaria que ya es imposible que el político se saque de la boca: “atraer turismo”. ¿Y eso en qué compete a los artistas e intelectuales? ¿De qué forma llega esto a formar parte de su quehacer cotidiano y forma de subsistir? Los candidatos creen que se las vamos a creer, que deseamos que “todo mundo” conozca y venga Veracruz pues sería una honra para el artista que se le diga que somos (qué vergüenza) el segundo lugar de turismo… ¿En el mundo…en México? ¡No! En la “entidad”. Aunque el creador no tenga ni para comprar un pincel.

El poder también tiene que pagar. Es un círculo vicioso y de ahí esas conclusiones en las que se excluye a los artistas de forma hasta inconsciente y en su propia cara y se pondera la entrada de dinero, así sirva la cultura como excusa. Cuatro años como alcalde, si acaso bastarán para pagar favores y otorgar prebendas a quienes en estos momentos los apoyan: turismo para hoteleros, restauranteros, gente de negocios, comerciantes y cadenas de tiendas que desean instalar quioscos en zona federal. En cuatro años se tiene que acomodar al sobrino, al cuñado, a la suegra y el compadre en puestos que van desde “regidor de comercio” hasta director de la Casa Díaz Mirón.
Esas promesas de colocar en puestos estratégicos de cultura a quienes sí saben de ello, es un sueño guajiro: los alcaldes (las más de las veces) no tienen (pobres) poder alguno sobre instituciones o lugares como San Juan de Ulúa, o el mismo IVEC quien pertenece al fidelato y ya nos puso a un improvisado allí ¿Qué han hecho en estos casos los alcaldes de lo irónicamente llamado municipio libre? Nada. Nada. Aceptar imposiciones, o ellos mimos, a manos libres y con mucha discreción, darse a la tarea de “agradecer” al taquero que apoyó su campaña para colocarlo como director de alguna biblioteca pública en donde no se note su ignorancia.
A la reunión del jueves algunos la llamarán “fructífera” ¿Sólo porque dos de los candidatos sí aceptaron y uno no? ¿O porque se reunieron tantos artistas e intelectuales para hablar y que se les medio respondiera con frases trilladas y promesas ilusorias? Otra vez, la tarea del poder es esa: llevar a la gente el discurso prometedor, el cambio ansiado, el “esto haré y esto no”. Después de cuatro años (con los bolsillos llenos), salen sonrientes a buscar a quién más embaucar, dejando tras ellos una estela de promesas incumplidas: ya no digamos en el área de cultura, sino en los terrenos de los más elementales servicios que el ciudadano requiere.
Otros, tras encontrarnos con la palabra hueca del compadrazgo político, la ignorancia a pie juntillas y la intolerancia del yunque, tal vez nos consolemos y digamos, pero ¿a quién le dan PAN que llore? Yo contestaría que a mí. No sé a los otros.

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